Domingo, 11 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6293.
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 OPINION
DOS EN LA CARRETERA
De cómo Él llama embustero a Zapatero y Ella se manifiesta contra el chantaje y por la Libertad
LUIS MARIA ANSON / CAYETANA ALVAREZ DE TOLEDO

Este intercambio epistolar comienza hoy con la mirada de Él puesta en la felonía de ceder al chantaje público de un terrorista, y sostiene que la excarcelación de De Juana figuraba entre los compromisos del presidente del Gobierno con ETA. Cayetana recrimina a Zapatero que compare la excarcelación de Iñaki Bilbao con la de De Juana y recuerda las reuniones secretas que tenían lugar entonces entre Eguiguren y Otegi. Él se muestra pesimista y Ella intenta devolverle el optimismo hablándole de la multitudinaria manifestación celebrada ayer en las calles de Madrid.

RIZANDO EL RIZO DE LA INDIGNIDAD

Querida Cayetana...

Esta vez, sí. Esta vez Rajoy ha reaccionado de forma fulminante y con acierto, canalizando la corriente subterránea de opinión indignada contra un Gobierno falaz que ha vejado el orgullo del pueblo español. Zapatero está atrapado. Difícilmente superará la felonía de ceder al chantaje público de un terrorista. La gente ha olvidado ya, en gran parte, la salvajada del atentado de Barajas. Lo que caracteriza a nuestra sociedad es el hedonismo y las tragaderas. Pero el caso De Juana Chaos ha traspasado todos los límites y ha rizado el rizo de la indignidad.

Bromeaba yo hace unos días con una visita humanitaria de Zapatero a De Juana Chaos en su casa de San Sebastián. Si Rajoy conservara el sentido del humor que le caracterizó en otro tiempo, debería proponer al Congreso de los Diputados que se le concediera al etarra, por aclamación, la Gran Cruz al Mérito Civil por haberse sumado al proceso de paz. Seguro que a Zapatero le parecería bien la propuesta.

Porque lo que está tan claro que hasta la Trujillo lo entiende, es que la excarcelación de De Juana Chaos figuraba entre los compromisos subterráneos de Zapatero con ETA, como prólogo a una política penitenciaria de acercamientos, beneficios e indultos.

El pueblo español, en la acongojante manifestación en Madrid, ha dado cumplida respuesta a las mentiras de Zapatero. El «Zapatero, embustero», que acuñé hace dos años en una canela fina, se ha hecho ya clamor de multitud.

Querido Luis María...

Como prueba final de tu sentido del humor y en homenaje al ausente Coll, podrías haberme dicho: «No es justo que nos quejemos de los políticos cuando ellos jamás se quejan de nosotros». Sin embargo, has optado por entonar tu ya célebre «Zapatero, embustero» y yo lo celebro. Por conveniente y por oportuno. Porque, precisamente (y antes de hablarte de la mega-manifestación de Madrid) quería comentarte una de las mentiras con las que Zapatero ha intentado desviar la atención sobre su decisión, personal, política, cobarde y estúpida, de excarcelar al terrorista De Juana Chaos. La dijo en su bronca intervención en el Senado:

«Un preso etarra (Iñaki Bilbao) fue excarcelado cuando no había cumplido más que 17 años de los 52 a los que había sido condenado. Entonces era vicepresidente del Gobierno Mariano Rajoy; ministro del Interior, Mayor Oreja; y ministro de Justicia, Angel Acebes. Dos años después de esa excarcelación, asesinó a un concejal socialista. ¿Se imaginan por un momento que nosotros hubiésemos tenido un comportamiento parecido al que están teniendo ustedes ahora?»

El comportamiento del Partido Socialista no fue parecido, Luis María. Fue peor. No voy a insistir en lo obvio: el PP no excarcelaba terroristas; lo hacían los jueces en aplicación del Código Penal del 73. Me interesa la historia del concejal de cuya muerte Zapatero responsabiliza ahora al Gobierno de Aznar. Juan Priede Pérez, único edil socialista de la localidad guipuzcoana de Orio, de 69 años, viudo y con dos hijos, fue asesinado por ETA el 21 de marzo de 2002, cuando, en un modestísimo gesto de rebeldía, decidió escaparse al bar de la esquina de su casa sin sus escoltas. Primero le dispararon un tiro en la nuca y luego lo remataron en el suelo.

El asesinato de Priede se produjo 48 horas antes de que los socialistas vascos celebraran su Congreso en el Kursaal de San Sebastián. En un ambiente tenso y enrarecido, marcado por la silla vacía del concejal asesinado, Patxi López se impuso como secretario general al candidato de los redondistas, Carlos Totorica. Para ello, contó con el apoyo decisivo del presidente del partido, el polémico y esquivo Jesús Eguiguren. Las crónicas políticas de aquellos días explican cómo, en contra de lo que dictaban la memoria del muerto y la lógica de la dignidad democrática, el asesinato de Priede sirvió paradójicamente para reforzar a aquellos sectores más claudicantes y pragmáticos que reclamaban el diálogo con los terroristas «para acabar como sea con esta pesadilla insoportable».

Lo que no imaginaban entonces ni los periodistas, ni los propios delegados al Congreso, ni desde luego los militantes y votantes del PSOE en el resto de España, es que el diálogo con ETA-Batasuna ya había comenzado. Cuando Iñaki Bilbao mató a Priede, Eguiguren llevaba tiempo reuniéndose en secreto con Otegi. Peor aún: el asesinato de su compañero no sólo no interrumpió esas conversaciones, sino que las blindó. Socialistas y proetarras siguieron viéndose en la clandestinidad, dialogando en la penumbra, negociando los futuros «acuerdos de convivencia», es decir, las cesiones políticas, que aflorarían unos años después, con Zapatero ya en el Gobierno y tras la declaración del alto el fuego. Éstas no son intoxicaciones ni insidias, Luis María. Es información, y ha sido ratificada en varias ocasiones por ese mismo portavoz oficioso del Gobierno que estos días clama contra la agitación del PP. De ahí mi enorme sorpresa al escuchar a Zapatero evocar a Juan Priede. Es como mentar la soga en la casa del ahorcado.

ENGAÑO DESDE ANTES DEL 14 DE MARZO

Querida Cayetana...

Bien por tu carta. La mendacidad y la manipulación de Zapatero puestas, una vez más, al descubierto. Pero no vale la pena insistir. Aunque el presidente por accidente dijera la verdad nadie le creería. En la relación con Eta, nos está engañando desde antes del 14-M. Y sólo es cuestión de tiempo. Si puede, gobernará en el País Vasco en alianza con el PNV y Batasuna, una Batasuna ya legalizada, claro. Fraga, vencedor apabullante en las elecciones gallegas, fue desplazado por una coalición entre los socialistas de Zapatero y los independentistas de extrema izquierda.

La Transición es ya página pasada. Zapatero I el de las mercedes ha cambiado de socio constituyente, como he reiterado muchas veces. Sabe que su alianza con los nacionalistas de vario pelaje desde el BNG a Convergencia le prorrogarán en el poder porque Rajoy necesitará casi la mayoría absoluta para instalarse en Moncloa. La política zapatética mantendrá en su poltrona, a corto plazo, al líder mendaz; producirá, a medio plazo, el despedazamiento de España. La manifestación gigante de ayer, lo mismo que, en otro sentido, la atrocidad etarra en Barajas, le circula de un oído al otro, sin romperlos ni mancharlos. Cree en la desmemoria. Piensa que la gente se olvida enseguida de los acontecimientos por grandes que sean. No sabe que los pueblos poseen una tenaz memoria subterránea, provocadora, a veces, de corrientes imparables.

Aznar era la credibilidad en la lucha antiterrorista. El pueblo creía en la firmeza, la decisión, la capacidad aznarí para combatir a Eta y doblegarla. Ciertamente dejó a la banda terrorista en las cuerdas del ring nacional. Zapatero carece de credibilidad, diga lo que diga. Ha resucitado a la Eta moribunda. Además, el presidente ha digerido ya, con la sonrisa permanente en los labios, los escombros de la terminal 4 de Barajas. Tiene el estómago de Gargantúa. Desde hace muchos meses, ha perdido toda credibilidad. Zapatero, embustero.

Querido Luis María...

No seas pesimista y fíate de esas poderosas corrientes de sentimiento subterráneas. Si en vez, o además, de asistir al maravilloso concierto organizado por la Fundación de Víctimas del Terrorismo y dirigido por Inma Shara, hubieras estado conmigo en las calles de Madrid, tendrías muchos motivos para la esperanza. Por supuesto, estábamos allí todos los que, de una manera u otra, trabajamos para que Zapatero no se suceda a sí mismo. Les he visto estos días: jóvenes afiliados fabricando lazos azules con alfileres; militantes movilizando a multitudes en distritos pijos y progres; cargos electos y cargos a dedo tomando decisiones difíciles, arriesgadas y trascendentales.

Pero, además, había miles y miles de ciudadanos cuyo vínculo con la política, y concretamente con el Partido Popular, es tangencial e incluso reticente. Gente cuyo compromiso se limita a votar, a veces, a favor de una promesa puntual o, más a menudo, en contra de quien, conscientemente o no, les ha defraudado. Gente que no se siente cómoda en una manifestación porque no está de acuerdo en todo con quien la convoca. Gente que reivindica su derecho a matizar, a relativizar. Habrías visto a toda esta gente y la habrías visto conmovida. Se sorprendían a sí mismos: sabían que por encima de la gran simplificación que necesariamente supone movilizar a cientos de miles de individuos, se imponía una verdad grande y limpia. Y esa verdad, Luis María, es que estamos del lado de los buenos.

La política es compleja e imperfecta. Fallan la memoria, los individuos, las ideas y hasta los ideales. Hay veces en que todo parece cuestionable, contingente, efímero, relativo. Por eso es rara y reconfortante la sensación de absoluta certeza; ayer la compartimos más de dos millones de manifestantes. Nuestra certeza, y la de la inmensa mayoría de españoles, es que un Estado democrático no puede doblegarse ante el chantaje de una banda terrorista sin perder su legitimidad. Y que por encima de la paz está la libertad. Así de simple es el mensaje; así de fundamental.

Llegarán ahora los analistas a elucubrar sobre la oportunidad de la manifestación: unos dirán que le hacemos el juego a Zapatero en su estrategia insensata de crispar a la sociedad para movilizar a los suyos; otros la verán como un punto de inflexión en la historia del centroderecha español y, por tanto, en la historia de España. Pero, en realidad, da igual. Porque hay ocasiones en que la táctica es lo de menos. Hay momentos en que lo importante es tener razón. Y, ayer, Luis María, en un día que anticipa la primavera, teníamos razón: sin Libertad no hay España, sin España difícilmente puede haber Libertad, y con cesiones a ETA ni habrá España ni habrá Libertad.

DEL AGOBIO DE LA POLITICA A LOS LIBROS

Querida Cayetana...

Del agobio de la política a la serenidad de los libros. El académico José Antonio Pascual, que es un gran intelectual al que Su Majestad el Rey presta especial atención durante las recepciones en Palacio, ha publicado, con el auxilio de Pérez Pascual, el epistolario entre Juan Corominas (hoy, Joan Coromines) y Ramón Menéndez Pidal. Dos sabios del idioma. Corominas reitera su devoción por el maestro Menéndez Pidal. No quiero calumniar el libro diciendo que es muy interesante. No, es discretamente interesante. Eso sí, un riguroso trabajo erudito. La mayoría de las cartas son anecdóticas y sólo demuestran la buena relación entre los dos sabios y la atención que Menéndez Pidal prestó al excepcional Diccionario Etimológico del Castellano del sabio catalán. Lo mejor del libro es el prefacio. De mis años más jóvenes tengo vivencia de la fascinación que todos o casi todos sentían por don Ramón y de su indiscutibilidad entre filólogos y lexicógrafos. Conversé con él en algunas ocasiones y le visité en su casa acompañando a Don Juan de Borbón. Un intelectual de relieve cometió una injusticia tórpida cuando se refirió a don Ramón diciendo: «¿Menéndez Pidal? Sí, es medioeval y medio tonto».

He empezado a leer Cosmofobia, la última novela de Lucía Etxebarría, todavía sin publicar, que la autora me envía en folios. Me está apasionando, aparte de que la escritura de la novelista es muy bella y disfruto con ella. Sigo a Lucía desde que empezó, y no sólo como novelista, también como poeta. La quiero personalmente y la admiro literariamente.

Ah, querida Cayetana, y la vasca de Amurrio, donde vive, Inma Shara, considerada la mejor directora europea de orquesta, que, una vez más, con dos tacones, dirigió el concierto en Madrid a favor de las víctimas del terrorismo. Éxito emocionante de esta mujer que dirige con todo el cuerpo y que tiene la gracia de la música asomada a los ojos.

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