Lunes, 12 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6294.
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El oficio de pensar
PEDRO G. CUARTANGO

Si la lechuza de Minerva levanta el vuelo cuando se va la luz, como escribía Hegel, la obra de Eugenio Trías brilla poderosamente en la oscuridad de la filosofía española de estas cuatro últimas décadas.

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Trías es el último representante de la gran tradición enciclopedista que, a partir de una reflexión sobre la naturaleza del ser, se interroga sobre la totalidad de los saberes y de las artes. «La filosofía es metafísica o no es nada», enuncia.

Eugenio Trías inicia en 1969, con La filosofía y su sombra, el camino de una larga indagación que le conduce al concepto de «razón fronteriza», entendida como logos, que ilumina esas oscuridades de la sinrazón o lo irracional. La razón fronteriza desemboca en una «filosofía del límite», una noción que evoca el celebre axioma de Wittgenstein: «el sujeto es un límite del mundo».

El hombre es, en última instancia, un habitante de lo fronterizo, un ser contingente que busca el sentido dentro de los límites de la subjetividad y la finitud. Esta indagación permanente desde la precariedad del ser constituye la esencia del pensamiento de Trías, estrechamente vinculado a Platón, Hegel y Heidegger, los tres grandes filósofos metafísicos de la Historia.

Trías es, sin duda, el filósofo contemporáneo español más prolífico y original, con una larga e indiscutible obra a sus espaldas, en la que habría que resaltar sus reflexiones sobre estética, que van desde los cuartetos de Beethoven al cine de Hitchcock.

Poco puedo aportar sobre su valía intelectual, que ya es reconocida en el ámbito internacional, pero sí puedo dar testimonio del extraordinario coraje moral de Trías, al que he visto siempre colocar su amor por la verdad por encima de cualquier otra consideración.

En un mundo donde reina el oportunismo y manda el espectáculo, la sobriedad personal y filosófica de Eugenio Trías es una lección para todos los que nos enorgullecemos de ser sus amigos y sus discípulos.

Trías va a ser reconocido como doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Madrid, junto a José Saramago. Ambos tienen en común mucho más de lo que parece: son dos intelectuales de una curiosidad fuera de lo común, volcados en una reflexión sobre la complejidad de la naturaleza humana y con un profundo compromiso político, que va mucho más allá de lo partidista. Si la filosofía es etimológicamente el amor a la sabiduría, Trías es un hombre devorado por la pasión de pensar, de la que ha hecho un oficio.

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