Pese a las críticas que se le puedan hacer, la universidad es «la base más sólida de la cultura de un país». Lo dice Eugenio Trías, que este jueves va a ser investido doctor honoris causa por la Universidad Autónoma de Madrid. Pero la frase puede aplicarse también a otra cosa que dice Trías a propósito del gallinero político. «Echo en falta un debate intelectual transversal, es decir, con más comunicación entre ámbitos distintos».
«Se ha llegado a una especie de espectáculo público, a lo Baudrillard», añade, «en el que lo que se escenifica es quién afina más el insulto. Uno de los peores hábitos de España es que hemos sido refractarios a la argumentación. Y ahora reaparece de la forma más obscena. Vivimos una situación política muy mala debido a la falta de sentido común de las grandes formaciones políticas».
Trías hace honor a su idea de que el pensamiento debe acercarse al acontecimiento; pero hoy, al desagrado que provoca la coyuntura, se impone la satisfacción de su nombramiento. Satisfacción que tiene varios aspectos: que sea en Madrid, ciudad a la que se siente muy ligado («viviría en Madrid igual que vivo en Barcelona, son dos ciudades que aprecio mucho y en las que me encuentro muy a gusto»), que sea la Autónoma («me siento muy cercano a esta universidad y a su rector, Angel Gabilondo, una persona enormemente valiosa») y que lo comparta con José Saramago («es un escritor al que admiro y con el que me une el interés por Platón y el respeto y la admiración por Jesucristo»).
La laudatio de Trías la hará José Jiménez, colega con el que ha compartido proyectos dentro de la Filosofía y la Estética. Trías, por su parte, hablará de su trabajo más reciente, que tiene que ver con el modo de entender la música desde la perspectiva filosófica, y que ha plasmado en el libro El canto de las sirenas (argumentos musicales), que el Círculo de Lectores editará a la vuelta del verano.
«Hablaré de la importancia que doy al concepto de símbolo en el arte y, concretamente, en la música», dice Trías. «En cuanto al libro, me incitó a escribirlo, además de que la música es una de mis grandes aficiones, el que la presencia de la música dentro del pensamiento español es nula. Y no sólo en el pensamiento; en la vida, uno se encuentra con respuestas públicas insuficientes a ofertas extraordinarias».
«El libro me ha ocupado los últimos cinco o seis años», añade el filósofo. «Intento en él una aproximación a algunos de los autores que más me han interesado y acompañado: desde Monteverdi a Xenakis. Algunos que me gustan han tenido que quedar fuera, pero están Haydn, Bach, Alban Berg, Stravinski, Boulez, Stockhausen, hasta 24. Les dedico ensayos de entre 30 y 50 páginas, yendo de su obra al mundo cultural en el que se insertan, por ejemplo, de Anton Webern a Georg Trakl».
Catedrático de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, para Eugenio Trías su actividad docente ha sido tan importante como su labor de escritor. Antes, su formación universitaria fue amplia; estudió en Barcelona, Madrid, Colonia y Bonn. «No tuve un maestro en sentido estricto, sino varios. Pero jamás diré que soy autodidacta. Tuve una formación compleja y variada, con múltiples estímulos magistrales, y también espabilé para no circunscribirme al ámbito español».
Eso, cuando él estudió, inmediatamente antes y después de 1960, era casi cuestión de supervivencia. Trías recuerda el poco estimulante ambiente universitario tanto de Madrid como de Barcelona, con excepciones como Manuel Sacristán, José María Valverde o José Luis Aranguren. «En Madrid, dominaba el neotomismo de lo que llamábamos la Escuela de Astorga, por algún profesor que era de allí. No es que fueran incompetentes, pero imponían un ambiente escolástico deprimente».
Con el tiempo, Eugenio Trías se ha convertido, como dice uno de sus seguidores (palabra que él prefiere a la de discípulo), en un maestro sin pretenderlo. «Me reconozco mucho en esas palabras. He querido abrir una brecha en una dirección, crear la filosofía que me hubiera gustado conocer, y veo que no todo es zona pedregosa. Poco a poco, con dificultad, porque éste no es un país fácil para el pensamiento, es un país duro, no es Francia ni Alemania, ha habido gente joven que tiene presentes mis escritos y los desarrolla de una manera propia, con textos valiosos».
Ese mismo seguidor, Fernando Pérez-Borbujo, ha dicho que Platón y Nietzsche serían el alfa y el omega del «círculo mágico en el que se mueve la filosofía de Trías». «Estoy de acuerdo», dice él. «He tratado de hermanar a estos dos filósofos, que aparecen como antagónicos. Me reconozco en aspectos de los dos; casi más en Platón, que es el más grande de los que ha habido, con obras de gran aridez, pero gran rigor, y otras de deliciosa lectura, como El banquete. De Nietzsche, hago una interpretación heterodoxa, que no gusta a los nietzscheanos ortodoxos, pero siempre es un tremendo estímulo».