MAURILIO DE MIGUEL
Wilko Johnson
Intérpretes: Wilko Johnson (guitarra), Norman Watt-Roy (bajo) y Monty (batería). / Escenario: Gruta 77 (Madrid). / Fecha: 10 de marzo.
Calificación: ***
MADRID. - Tiene aspecto de diablo, pero toca como los ángeles. Toca como los ángeles la música del diablo y sus pecados capitales: boogie woogie, rhythm and blues, rockabilly y blues-rock, entre ellos. Da miedo... El indomable Wilko Johnson, a sus 60 años, sigue regalando swing a manos llenas. Apoyándose en la musculatura joven a la batería y en la digitación enfebrecida de quien fue bajista homeless de Ian Dury, se diría que sacado de una novela de Dickens, Johnson ha patentado con banda propia su catadura de fugitivo. En Doctor Feelgood, adquirió patente de corso, se batió el cobre luego con The Solid Senders, igual que con The Blockheads y su leyenda, ahora, le mantiene en la arena del pub-rock para demostrar que bicho malo nunca muere.
Corpulento como él solo, calvo de necesidad y enfundado en camisa negra de cuello mao, hay algo de irredento en la pose y actitud con que Wilko se postula como rockero superviviente. Hay un sentido de la dignidad que firmaría, para entendernos, nuestro Jorge (de Ilegales), que posee su misma mano de santo a la guitarra como prolongación del aspecto más fiero. Es más, en el caso del músico británico, sus dedos parecen brotes de sarmiento a la hora de atacar sin púa las seis cuerdas, en un repertorio que busca las caderas del respetable con descaro, bordando y sin abandonar casi nunca los cuatro acordes básicos del blues.
Los riffs enriquecieron, pues, un repertorio del que Wilko Johnson hizo alta costura, acompañándose de pasos a lo Chuck Berry, homenajeándole al pespuntear con la Telecaster detrás de la nuca Bye, bye, goodnight Johnny (B Good) y hasta apoyándose la guitarra en la pelvis para sostener con sus trastes un diálogo erótico, cara a cara. No necesitó el diablo los saltos de piernas abiertas que daba antaño para encandilar al público con brillantina a las cuerdas, exhibición de pose, gritos de guerra («oh yeah!») y una contundente base rítmica detrás. Una sección en la que su impresionante bajista le daba la espalda, mascullando continuamente su digitación, como niño grande castigado contra la pared a recitar lecciones.
Cara de psicópata no le faltó a Johnson mientras entonaba Back in the night, She does it right y temas de álbumes propios, como Ice on the motorway y Red hot rockin blues.
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