MADRID. - Hasta los semáforos verdes de Madrid estaban pintados de negro. Al menos los que rodean al Monumento a las Víctimas del 11-M, mole de vidrio con palabras de carne que ayer inauguraron los Reyes en medio del silencio.
No hubo discurso alguno, ni más palabras en voz alta que las que soltó un pedazo del pueblo para jalear al Rey o para querer echar al democráticamente elegido Zapatero. «¡Fuera!».
Un funcionario de la Casa Real fue anunciando la sobriedad del acto, el único altavoz oficial del día. Ahora los Reyes van a colocar una corona de flores al pie del monumento, ahora el músico Antonio Martín Acevedo interpretará El canto de los pájaros del compositor Pau Casals, ahora se guardarán tres minutos de silencio en memoria de las víctimas, ahora... el acto ha terminado.
Un rato antes, mientras todos esperaban a los Reyes, la política de puertas adentro hacía su trabajo. Los populares Mariano Rajoy, Pío García Escudero y Eduardo Zaplana charlaron en absoluta sintonía -al menos gestual- con el portavoz parlamentario socialista, Diego López Garrido.
Fue el único contacto continuado entre PP y PSOE.
Después, cuando los micrófonos aparecieron, López Garrido no fue tan suave. «Eché de menos que el día antes del aniversario del 11-M [en referencia a la manifestación organizada por el PP del sábado] el señor Rajoy no hiciera un solo recuerdo a las víctimas del 11-M. Me parece incomprensible y lamentable. Fue lo peor de la manifestación».
Revilla y De la Vega
Pero en los corrillos previos al acto de homenaje hubo más sonrisas que tensiones. Por ejemplo, el presidente de Cantabria y la vicepresidenta del Gobierno hablaron durante más de 10 minutos en aparente buen rollo. Miguel Angel Revilla movía los brazos, gesticulaba, se movía sin parar. María Teresa Fernández de la Vega escuchaba y sonreía.
¿Pero, qué le ha dicho a la vicepresidenta, don Miguel Angel? «Nada, nada, es una mujer encantadora. Hablábamos de las elecciones. Me ha confirmado que viene el día 17 a Cantabria. Y posiblemente después, venga el presi. Eso lo sabré mañana», decía un poco más tarde Revilla.
Los aplausos fueron para los Reyes, salva de palmas unitarias en cuanto aparecieron en Atocha. También hubo muchos para Zapatero, que luego se llevaría algún grito en contra.
Cuando todo terminó, los Reyes saludaron a los vips del día, incluidos Cándido Méndez (UGT) y Florentino Pérez, que estaban puestos en fila esperando la mano real.
Don Juan Carlos y Doña Sofía terminaron el paseíllo, siguieron sonriéndole al pueblo y tomaron el coche sin pararse, esta vez, a saludar en persona a las víctimas.
