Lunes, 12 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6294.
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El 'luthier' que espera
Horacio Turano es un miembro más del grupo cómico que triunfa estos días en la capital, pero sólo actúa en casos excepcionales
ANTONIO SANCHIDRIAN

Los ojos que ustedes ven en la imagen de la derecha pertenecen a un hombre que viene desde Argentina, sabe tocar instrumentos imposibles y conoce el arte de la palabra y el gesto para hacer reír. Es uno más de Les Luthiers, vive y siente como un luthier, pero sólo actúa en casos excepcionales. Su labor es reemplazar a cualquiera de los cinco miembros titulares del grupo en caso de que ocurra cualquier contingencia en forma de lesión, enfermedad o accidente.

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El nombre de esta especie de camaleón a la fuerza es Horacio Turano, Tato para los amigos. Conoce a la perfección cada palmo de los espectáculos del grupo de humor que triunfa estos días en el Palacio de Congresos del Campo de las Naciones con Las obras de ayer. A Turano le toca, según dicte la providencia, encarnar al imprevisible Daniel Rabinovich, al majestuoso Marcos Mundstock, al gamberro Carlos Núñez Cortés, al elegante Jorge Maronna o al díscolo Carlos López Puccio: «En gira, soy un luthier más. Si no, no vendría. Estoy en vilo constantemente», asegura Turano. «Siento que soy como el portero suplente del Madrid: cuando salgo, tengo que parar todos los penaltis».

En cualquier momento puede reclamarse su participación, tanto para largas temporadas como para presencias puntuales. Siempre preparado, con los cinco papeles (con sus correspondientes diálogos, gestos y partituras musicales) frescos en la memoria: «Antes que nada, tengo que saberme el show, por eso estoy observando constantemente en cada función. Es mi forma de estudiar. Y luego, obviamente, de cada uno de los miembros del grupo tengo que tener claro su lugar en el escenario en cada número, los instrumentos que tocan y las voces que cantan... Ése es mi trabajo».

«Siempre admiré a Les Luthiers, y cuando pude entrar en el grupo, me sentí cómodo con este papel. Tenemos una muy buena relación y me gusta, cada vez que me toca salir, sentirme acompañado por todos ellos y por el público, que hasta ahora respondió muy bien las veces que he tenido que actuar. En ningún momento me siento fuera», explica este músico nacido en Buenos Aires en 1953.

Turano, que atesora una trayectoria notable como pianista de jazz en Argentina, forma parte del grupo desde julio de 2000. Primero compartió papel con otro reemplazante, Gustavo López Manzitti. Ambos superaron un casting exigente: «Estaban buscando un pianista que cantara y que pudiera actuar. Tenía que ir al casting, tocar, cantar y luego declamar algo. Eso fue lo que hice en la primera presentación», recuerda. «Al día siguiente me dijeron que había pasado, y después me mandaron material a casa con una partitura de Les Luthiers para que fuera a una siguiente presentación a tocar eso. Además, había un coral a tres voces, y me pidieron hacer cada una de ellas. Lo último fue la actuación de diálogos».

La renuncia de Manzitti, que optó por su carrera solista, y el fracaso de una nueva selección convirtieron a Turano en el único sexto hombre de Les Luthiers: «Muchos músicos piensan que yo estoy loco. Hay muchos que no se atreverían a subirse al escenario con Les Luthiers. Para mí es un lujo, y yo sé que es muy difícil, pero me gusta. Y sé que ellos se sienten cómodos, si no, no me lo permitiría». Los espectáculos en los que ha participado Turano son cuatro: Bromato de armonio, Todo porque rías, Las obras de ayer y Los premios Mastropiero, aún no estrenado en España.

El piano y el saxofón son los dos instrumentos principales de Tato Turano, quien además tiene nociones de bajo, batería, percusión y guitarra. Así que fue el apartado actoral lo que más esfuerzo exigió: «Yo siempre fui medio payaso. Lo que pasa es que esto es muy serio. Es puro humor pero es muy serio», subraya. «Entonces hay que seguir las pautas de los diálogos, la frase correcta en el momento justo, no perder el ritmo de los diálogos. Ésa es la parte donde uno tiene que lograr, con la cara, la risa de los demás. Los chistes son muy buenos, pero tú tienes que convencer».

Asegura, no obstante, que su propósito en el escenario no es imitar, sino hacer cada personaje a su aire. Por ejemplo: «La vis cómica de Daniel Rabinovich es insustituible. Yo siempre digo que cuando me ha correspondido hacer el papel de Daniel, he hecho lo mío, pero nunca pensando en suplantarlo. Eso es imposible. Daniel es un humorista de los mejores que hay en el mundo, si te descuidas. Entonces es imposible hacer una copia de eso. Yo trato de interpretar el personaje... Y lo mismo pasa con el resto, con cualquiera de ellos. Cada uno tiene su función dentro del grupo».

De igual manera sucede en el aspecto musical: «Trato de tocar los mismos instrumentos que ellos, pero hay casos puntuales en que es imposible, El instrumento que no puedo tocar, no lo toco. Lo remplazo por otro. El violín es un instrumento que intenté estudiar desde que estoy con Les Luthiers y no pude. Me di cuenta de que no iba ni hacia atrás ni hacia delante, y entonces era mejor no perder tiempo en eso y tratar de reemplazarlo con algún otro».

En Quien conociera a María amaría a María, del espectáculo que se representa actualmente, Jorge Maronna interpreta la música del número con la guitarra, con un arreglo especial creado por él para esta canción: Turano lo hace con teclado, el instrumento que mejor domina.

Una operación quirúrgica que retuvo a Carlos Núñez Cortés en Buenos Aires permitió a Horacio Turano estrenar en Galicia Las obras de ayer. Su último reemplazo fue en Mar del Plata (Argentina), por Jorge Maronna. «Ya he ocupado el puesto de los cinco y he hecho todo lo que me correspondía. ¡Sólo me falta leer en la célebre carpeta roja de Mundstock! Ésa es una de las cosas más difíciles: Marcos es una institución».

Así pasan los días en la vida de Turano. De ser uno de tantos jóvenes fascinados por Les Luthiers desde finales de los años 60, a compartir el día a día con un grupo que viaja derecho hacia la leyenda. «Vistos por dentro, siempre me llamó la atención su profesionalismo, la disposición para el trabajo. Son inagotables en lo creativo y en lo ejecutivo. No sé si hay algún otro grupo que trabaje tanto no sólo en escena, sino durante el año. Les Luthiers trabajan mínimo 10 meses al año, y creando cosas inolvidables».

Y ahora que casi nadie lee hasta el último párrafo, ¿sueña con ser integrante fijo?: «No estoy pensando en eso, para nada. Estoy brindando todo lo que sé hacer para Les Luthiers. Pero me encantaría».

Les Luthiers. Palacio de Congresos del Campo de las Naciones (Ribera del Sena, s/n). Hasta el 25 de marzo y del 24 de abril al 20 de mayo.

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