No lejos de allí se divisaban las ruinas de lo que fue un habitáculo utilizado por Al Fatah, ahora saqueado por un grupo de jóvenes. Los restos de barricadas y neumáticos ardiendo seguían bloqueando la avenida principal de la villa norteña.

El fallecimiento de un significado dirigente local del brazo armado de Hamas en un encontronazo con activistas de Al Fatah, el partido del presidente Abú Mazen, reabrió ayer una crisis que parecía clausurada con el acuerdo de La Meca del 8 de febrero. Los nuevos enfrentamientos se producen en medio del asfixiante bloqueo que mantienen Israel, EEUU y la UE contra el Ejecutivo palestino, que Israel parece dispuesto a continuar después de otro infructuoso encuentro en Jerusalén entre el primer ministro Ehud Olmert y Abú Mazen.

La cita entre ambos dirigentes casi no pasó del mero espectáculo mediático, como la del pasado 19 de febrero, con la típica foto del apretón de manos. Portavoces de ambos lados habían reconocido incluso antes de la reunión que ésta no tenía «sustancia», en palabras de Miri Eisin, representante israelí.

Además, Tel Aviv se ha apropiado de cientos de millones de dólares pertenecientes a los palestinos en una acción que ha agravado la caótica situación financiera del organismo que preside Abú Mazen. Algunos analistas como Hani al Masri o parlamentarios como Hasan Khreishe han cuestionado al mandatario de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) por participar en lo que el primero calificó como «un proceso de engaño en vez de un proceso de paz. Estos encuentros inútiles sólo sirven para debilitar a Abú Mazen frente a su pueblo». «Sólo nos venden palabras», acotó Khreishe.

Tanto Al Fatah como Hamas continúan sin establecer el gobierno de unidad que aceptaron en La Meca, aunque el primer ministro Ismail Haniya dijo el sábado que su conformación se encontraba casi ultimada. Por ello precisamente, Hamas distribuyó panfletos durante el funeral de Kafarna, en los que se acusaba a Israel de recurrir a «colaboradores y traidores» para sabotear la conclusión del listado de ministros. «Mientras esperamos un inminente gobierno de unidad, los traidores juegan a [promover] la división de los palestinos, obedeciendo las órdenes de sus amos de Tel Aviv», advertía el texto que fue leído frente a varios cientos de personas.

La refriega de Beit Hanún se inició el sábado en torno a las 22:30 horas y dejó un muerto y ocho heridos. Según testigos consultados por este diario, el primer tiroteo se generó entre un vehículo repleto de activistas de Al Fatah y un grupo de miembros de Hamas que se estaban entrenando en pleno centro de la población.

Tras ese encontronazo en el que murió Kafarna, decenas de activistas de Hamas tomaron el control de Beit Hanún, atacando y ocupando los dos principales cuarteles de las fuerzas leales a Abú Mazen. Ayer todavía se podían apreciar los destrozos que sufrieron las bases de la Seguridad Nacional y la Fuerza 17, la guardia pretoriana del presidente, donde aparecían vehículos y oficinas arrasadas por el fuego.

Los milicianos de Hamas también destruyeron una sede de Al Fatah y dos viviendas de seguidores de esta formación. «¡Mire como han dejado la casa! ¡Nos sacaron a la 01.00 horas de la mañana, arrastrándonos de los pelos!», gritaba Hannan Harawat, de 44 años, sobre los restos calcinados de lo que fue su domicilio. Curiosamente, el incendio respetó tres banderas de Al Fatah y un enorme retrato del difunto Yasir Arafat.

Según el relato del mencionado testigo, casi 200 hombres armados asaltaron la casa. Les obligaron a salir por la fuerza -dice que les llegaron a golpear con sus rifles- y colocaron un explosivo que voló el interior de la vivienda. Después se pusieron a lanzar cohetes y disparar, mientras gritaban «¡Dios es Grande!» «¿Por qué? ¡Nosotros no somos judíos! ¡Eramos 12, pero todos mujeres y niños!», añadió.

Para complicar aún más el enrevesado escenario palestino, el número dos de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, acusó ayer a Hamas de venderse por aceptar el gabinete de coalición con Al Fatah. «Hamas se ha unido al tren de la ignominia y la sumisión», señaló el egipcio en una grabación que difundió Al Yazira.