MERCEDES IBAIBARRIAGA. Especial para EL MUNDO
En cuanto el Chevrolet con cristales tintados llega a la ciudad más elevada del mundo, El Alto, cientos de indígenas aymaras y quechuas corren detrás. Avanzan por las calles sin asfaltar, sortean la basura acumulada en las esquinas, salen de las casas desconchadas y viejas.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y el de Bolivia, Evo Morales, acaban de llegar a la ciudad más infeliz de seis países sudamericanos, según un estudio. El viento y el frío azotan esta zona dormitorio a 4.100 metros de altitud, donde el 60% de la población es pobre. Mientras Morales y Chávez suben a una camioneta descubierta, para tocar las manos de la gente, Bush se pasea por Latinoamérica protegido de las protestas multitudinarias, y da ruedas de prensa en escenarios tan perfectos como irreales.
En la camioneta, Morales y Chávez reciben pétalos de flores. Entran en el hangar de la Fuerza Aérea Boliviana, un edificio de ladrillo visto y techo de chapa, donde unas 1.400 personas esperan. Cientos se han quedado fuera. Lo que importa es el símbolo: desde El Alto se lanzaron las marchas que derribaron a los dos últimos presidentes de Bolivia, y «abrieron el camino a la revolución de Evo Morales», proclama Chávez. Por eso, es el lugar perfecto para lanzar su diatriba contra la gira de Bush: «¿amigo de América Latina el Gobierno de EEUU?» se pregunta escandalizado. «Bush se disfraza ahora con piel de oveja, llega en son de paz y parece que acaba de descubrir que hay pobres en América Latina... ¡pero si la causa de esa miseria es justo el capitalismo neoliberal, la explotación que usted mismo representa, mister Bush!» clama, ante la ovación de la gente.
El venezolano llegó a Bolivia con las manos llenas. Para paliar el drama del fenómeno climatológico El Niño, que afecta a 350.000 personas, ha regalado 16 millones de dólares y dos helicópteros. La Embajada norteamericana, ha donado un millón de dólares. Además, Chávez se burla del «ridículo barquito de Bush», pensado para costear Sudamérica realizando operaciones, y combatir a Fidel Castro y Hugo Chávez con sus propios métodos solidarios. «Los gringos hablan de hacer 1.500 intervenciones quirúrgicas en un año, cuando sólo entre Venezuela y Cuba hemos operado a medio millón de personas en dos años», contraataca.
Y hay más. Chávez acaba de fundar, con Argentina y Bolivia, el Banco del Sur, que ofrecerá créditos blandos a los desfavorecidos, y «será una entidad de los sudamericanos, que no dependerá de los créditos envenenados del Banco Mundial ni del FMI», anuncia. Los convenios con Venezuela sobre exploración y explotación del gas en Bolivia, ascienden 1.200 millones de dólares de inversión. Chávez pone billetes en la mesa y no intenciones, como prueba la gira de la Casa Blanca. «Esto es desarrollarse unidos y no las migajas del Imperio», dice. E ironiza: «la revolución se multiplica en América Latina y ese es el temor que tiene Bush. Por eso no se atreve ni a pronunciar mi nombre, parece que le da taquicardia, se le pega la lengua».
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