MADRID.-
Tras una odisea de tres semanas, los miembros de la expedición española BFGoodrich Antártica 2007 han regresado a casa con buena parte de sus objetivos cubiertos. No sólo han encontrado los últimos restos de los balleneros que faenaron en las frías aguas del polo sur. Además, han logrado identificar el Nunatak negro, conocido como el semáforo antártico, un mítico punto de referencia que usaron los cazadores de cetáceos para orientarse en la península Antártica.
El grupo de investigadores, liderado por Luis Ramos y Carlos Vairo, faenaron en aguas de la península Antártica a lo largo de tres semanas a bordo del buque-museo Ice Lady Patagonia, tras el rastro de los primeros pobladores antárticos, concentrando su exploración en una decena de localizaciones no recorridas desde los años 20, en las que se esperaban hallar nuevos vestigios humanos de esa época.
El principal hallazgo llegó en una de las últimas salidas, en el Canal Errera a la altura del paralelo 65. El avistamiento de una gran cadena y cables de amarre en un islote cerca de Curveville Island, dieron la pista para alcanzar Puerto Paul. Allí los expedicionarios sitúan el lugar donde atracó la factoría Palsehola a principios de siglo. El emplazamiento es de especial valor, puesto que lo encontraron intacto desde que fue abandonado por sus primeros pobladores.
Cambio climático
El fondeadero natural Puerto Paul -bautizado así por la base allí establecida, la Paslehola-, fue utilizado por última vez en 1921-22 por la Sostrief. Los únicos restos localizados en el lugar son un pequeño bote de cinco metros de eslora, rudimentario, típico de la época, abandonado junto a cadenas oxidadas y de amarre. «Estamos satisfechos con los resultados de la investigación, sobre todo, porque durante décadas, turistas avistadores de ballenas minke e investigadores han pasado cerca del lugar sin saber lo que había en tierra», señaló Luis Ramos.
Los investigadores, tras 14 años visitando la Antártida, también han podido observar síntomas de los posibles efectos del cambio climático en la zona, ya que los lugares investigados que eligieron los balleneros a comienzos del siglo XX fueron tapados por sucesivas nevadas y se congelaron, mientras que durante la última visita muchos de ellos estaban al descubierto.
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