Martes, 13 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6295.
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ART GARFUNKEL / Cantante
«Paul Simon y yo nos reencontraremos mientras el cuerpo aguante»
CARLOS FRESNEDA. Corresponsal

NUEVA YORK. - Se le nota extático en su altozano de Nueva York, con vistas a Central Park, donde congregó en 1981 a más de medio millón de almas en compañía de Paul Simon, de quien tantas veces se separó para volver a juntarse. La turbulenta relación atraviesa ahora su mejor momento de «paz, amor y armonía», en palabras de Art Garfunkel, quien mira hacia atrás con la nostalgia y los achaques de sus 65 años, y con las alas que parece haberle dado su segunda paternidad. Acaba de publicarse su doceavo álbum en solitario, Some enchanted evening, un homenaje encorbatado a los grandes compositores del siglo XX, con el capote de un viejo amigo, el productor Richard Perry, y con el afán de alcanzar definitivamente el «posgraduado» como cantante.

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Pregunta.- Cincuenta años después de debutar como Tom y Jerry, ¿siguen usted y Paul Simon llevándose como el ratón y el gato?

Respuesta.- Bueno, tuvimos nuestras diferencias, como ocurre en toda las parejas, y más si son artísticas, pero todo aquello quedó atrás. Somos amigos, somos padres y tenemos mucho en común. Digamos que nos sentimos cerca y a mano. Nuestra relación es tal vez más fácil de lo que nunca ha sido. El otro día estuvimos comiendo y no hacemos planes de futuro porque sabemos que, en cualquier momento, podemos volver a cantar juntos. Es tan fácil como descolgar el teléfono y quedar.

P.- ¿Y cuando le acusan de vivir de las rentas?

R.- Vivimos en un gran mercado, y ese mercado nos quiere juntos, aunque sea de vez en cuando... Hubo un tiempo en que los dos nos resistíamos, pero nuestros reencuentros se han producido de la manera más natural, y así seguirá ocurriendo mientras el cuerpo aguante.

P.- En Some enchanted evening, ¿no le habrá traicionado tal vez la nostalgia?

R.- Sé que mi edad pesa severamente en mi contra, pero me siento ligerísimo, como si no hubiera envejecido, aunque a veces me cruja la baja espalda cuando me agacho a recoger a mi hijo (risas)... Quería hacer un álbum que sirviera de homenaje a Rod-gers y Hammerstein, a Irving Berlin, a Antonio Carlos Jobim. Adoro esa música de otro tiempo, qué le voy a hacer. Me encanta tener la impresión de que Fred Astaire puede aparecer bailando en cualquier momento. Me gusta la idea de la música como refugio, o como bálsamo ante el mundo caótico en que vivimos. Así es como me siento, y espero no defraudar a la gente que me ha seguido hasta ahora. A estas alturas, no tengo la pretensión de llegar a nuevas generaciones ni cosas por el estilo.

P.- Digamos que la canción protesta no es lo suyo.

R.- Tengo una postura política muy clara, y en más de una ocasión he dicho lo que pienso de este presidente y de esta Administración, pero me reservo esa opinión para mí. Sinceramente, no pienso que deba añadir más ruido.

P.- Parece, sin embargo, que ha vuelto a escribir poesía: mucho ha llovido desde Still waters, hace ya 28 años.

R.- Nunca he dejado de escribir. He manchado decenas de cuadernos. Cuando voy de gira y estoy solo, escribo mucho. Estoy pensando en qué hacer ahora con todo lo que tengo. Quizá los poemas acaben fraguando en una colección de canciones.

P.- ¿Cuánto tiene que ver el nacimiento de su segundo hijo, Beau Daniel, con todo esto?

R.- No lo sé. Pero sí es cierto que, desde hace dos años, he sentido un cambio cualitativo en mi vida. Me siento, digamos, más en paz conmigo mismo, de mejor humor, con muchas ganas de crear y seguir haciendo cosas.

P.- ¿Y la voz no se resiente?

R.- Mi voz está mejor que nunca. Creo que con este disco me he posgraduado definitivamente [risas, probablemente en referencia a la presencia estelar de Simon and Garfunkel en la banda sonora de la mitificada película El graduado, de Mike Nichols, con Dustin Hoffman y Anne Bancroft].

P.- ¿Para cuándo una nueva gira con Paul Simon?

R.- Cualquier año de éstos nos plantamos en España. En mi gira en solitario, no pasaré por allí y no me voy a quedar con las ganas de volver a Sevilla, mi ciudad favorita.

P.- ¿Se siente más renocido en Europa que en su propio país?

R.- Seguramente. No me pasa sólo a mí, es algo bastante común entre los artistas norteamericanos. Se ve que allí la gente es más agradecida y se toma más en serio la música. En cualquier caso, creo que el tiempo nos ha hecho justicia. ¿Quién iba a pensar que un dúo de muchachos de Queens iba a poder rivalizar con los Beatles? Tantos grupos de aquella época pasaron fulminantemente al olvido... Sin embargo, nuestra música ha quedado ahí, y sigue sonando al cabo de cuatro décadas.

P.- ¿Tiene alguna idea de por qué es así?

R.- Tengo un par de razones para intentar explicarlo. La primera es el mérito de Paul Simon: creo sinceramente que es uno de los mejores compositores de música popular del siglo XX. Y luego tengo que reconocer que, entre los dos, hay química cuando pisamos juntos un escenario y cantamos, digamos, ante más de medio millón de personas.

P.- ¿Los dos momentos álgidos de su carrera?

R.- Seguramente, el concierto del 81 en Central Park, y antes, en el 65, cuando sacamos The sound of silence. Todo pudo haberse ido al traste si no llega a ser por ese tema.

P.- De hecho, ustedes se separaron tras el relativo fracaso de su primer disco, Wednesday Morning, 3 am.

R.- Bueno, hubo otras separaciones más definitivas... El caso es que, al final, fuimos capaces de completar cinco álbumes de estudio, y es difícil pensar en un grupo o en un dúo que haya tenido tanta influencia en el tiempo con tan pocos discos.

P.- ¿Por qué lo dejaron tras el Puente sobre aguas turbulentas, cuando estaban en la cumbre?

R.- Ésa es una historia en la que no me apetece ahondar ahora. Creo, sinceramente, que nos vino muy bien distanciarnos y, sobre todo, ser padres.

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