La Anunciación, el famoso cuadro pintado por Leonardo da Vinci, emprendió ayer el viaje más largo de su vida y, sin duda alguna, el más polémico. Entre imponentes medidas de seguridad y bajo la atenta mirada de numerosas cámaras de televisión, la tabla al óleo fue descolgada ayer por la mañana de la Galería de los Ufizzi, en Florencia, para ser trasportada a Japón, concretamente a Tokio, donde será exhibida durante tres meses dentro de una exposición titulada La mente de Leonardo.
Las objeciones expuestas por numerosos intelectuales y expertos de arte italianos respecto a los peligros que un viaje tan largo podría entrañar para la conservación de una frágil tabla pintada hace más de 500 años no fueron atendidas. Ni siquiera las manifestadas por Antonio Natali, director de la Galería de los Ufizzi, quien en los últimos días se había pronunciado en contra de que La Anunciación abandonara el museo y que ayer, en un claro signo de censura, no estuvo presente cuando el cuadro fue descolgado de la sala número 15 e introducido en el sofisticado contenedor de cristal a prueba de terremotos en el que viajará a Japón.
Tampoco el senador Paolo Amato, representante de Forza Italia y lealísimo de Silvio Berlusconi, logró evitar la salida de la obra rumbo a Japón. Y eso que -tal y como había prometido que haría- se encadenó durante algunas horas a una de las columnas de la logia de la Galería de los Ufizzi para protestar por el traslado de La Anunciación. «Me veo obligado a hacer esto a causa de la arrogancia del ministro Rutelli», denunciaba Amato, al tiempo que acusaba al titular de Cultura de haber «violado la ley» en materia de bienes culturales y de exigir por adelantado su dimisión en caso de que la obra sufriera el más mínimo daño.
«Se trata de un sacrificio excepcional pero necesario», ha subrayado, por su parte, el ministro de Cultura, Francesco Rutelli, apelando al patriotismo para justificar el viaje del cuadro de Da Vinci a Japón. Allí, será la estrella de La primavera italiana, una cita que incluye diversas manifestaciones y actividades culturales y con la cual Italia pretende promocionarse en el país del Sol Naciente. «Sí, La Anunciación va a hacer de reclamo de lujo en una exposición con fines mercantilistas en la que también habrá espaguetis», se quejaba Paolo Amato. «Quien busca hacerse publicidad a costa de Leonardo da Vinci se olvida de que ésta es una decisión tomada por el bien de Italia y de Florencia y de que está dando muy mala imagen de nuestro país en el exterior», contraatacaba Rutelli.
«Si no hubiéramos obtenido todas las garantías y si la tabla de Leonardo estuviera en condiciones incluso de leve precariedad habría sido yo misma la que me habría encadenado», sentenciaba ayer Cristiana Acini, máxima responsable del conjunto museístico de Florencia, destacando que, si los técnicos hubieran alertado del más mínimo problema, la obra no habría salido hacia Japón.
«Hemos hecho todo lo humanamente posible para garantizar la conservación de la obra, recurriendo a sofisticadas tecnologías. Pero, a partir de ahí, estamos en manos de lo que algunos llaman la providencia y otros, los hechos», admitía.
Ésta es la cuarta ocasión en que La Anunciación abandona la Galería de los Uffizi desde que en 1867 el museo florentino se convirtiera en su casa. Anteriormente, el cuadro sólo había abandonado el lugar en 1935 (para ser expuesto en París), en 1939 (para formar parte de una muestra sobre Leonardo da Vinci celebrada en Milán) y en 1940 (cuando viajó a la Villa de Poggio, en la localidad italiana de Caiano).
La tabla, pintada por un joven Leonardo veinteañero entre 1472 y 1475, fue trasladada ayer en camión a Roma, escoltada por la policía italiana. Hoy está previsto que viaje en avión a Tokio, acompañada de un responsable de la Galería de los Ufizzi y de un técnico en climatología, dentro de un contendor de cristal realizado expresamente para ella y pensado para mantener estables los niveles de temperatura y humedad.