J. ALCAIDE
En fútbol, la verdad puede ser la mayor de las mentiras y los números, los más taimados embaucadores. La irregularidad de los grandes aspirantes a la Liga más equilibrada de los últimos años provoca situaciones peculiares y despierta ambiciones que serían impensables en otras temporadas. El Barcelona es todavía líder con apenas 50 puntos, 11 menos que el pasado año en la misma jornada 26 y nueve menos que hace dos campañas. Con la puntuación de esos dos últimos años, la Liga ya habría terminado, pero ni los azulgranas son los mismos ni los aspirantes a sucederle han sabido recoger el guante. Va a ser campeón el menos malo.
Hay que remontarse a la temporada 2001-2002 para encontrar un líder tan mediocre y una clasificación tan apretada como la actual. En ese momento, el Valencia, que acabaría siendo campeón, era líder con apenas 44 puntos. Pero lo habitual es que el primero alcance una cota entre los 54 y los 59, lejos de los rácanos 50 que ahora presentan el Barcelona y el Sevilla.
La situación es tan peculiar que el Sevilla rutilante de esta campaña, estaría ya totalmente descartado de la lucha en un año 'normal' y debería limitarse a amarrar una plaza de 'Champions'.
El caso del Real Madrid es rocambolesco. La derrota del Sevilla en Tarragona unida a su primer buen partido en meses, el del Camp Nou, le ha servido para alimentar de nuevo las ilusiones por el título, ya que permanece agazapado a escasos cinco puntos de la cabeza. En condiciones normales, sus 45 puntos actuales habrían acabado con Capello, con Mijatovic y, probablemente, con Calderón.
Y es que parece mentira, pero este Madrid que todavía intenta sacar pecho es el peor, con diferencia de los últimos años. Sólo llevaba menos puntos en 2002 (43) pero acabó como campeón de Europa. Los datos aterran. Lleva seis puntos menos que en la pasada campaña, ocho menos que hace dos temporadas y 14 menos que aquella en la que, con Queiroz , lo tuvo todo en la mano antes de lanzarse a una indescifrable crisis.
Todo es según el cristal con que se mira, pero las pistas apuntan a que el campeón puede no llegar a los 69 puntos, la cota más baja desde que se implantaron los tres puntos por triunfo.
|