La Copa América, el trofeo deportivo más antiguo de la Historia, visitó ayer la sede de EL MUNDO. A poco más de un mes para el inicio oficial de la 32ª edición de la regata en Valencia, el presidente de la sociedad ACM, Michael Bonnefous, fue recibido en la sede del periódico por Antonio Fernández-Galiano, consejero delegado de Unedisa y Paolo Carrer, vicepresidente, en uno de los últimos viajes que realizará el trofeo antes de instalarse de forma permanente durante cuatro meses en la capital valenciana.
Con una altura de poco más de un metro y cuarenta kilos en plata de Britania, el aguamanil lleva grabado a sus pies los nombres de los ganadores de la prueba náutica desde la primera edición de la Isla de Wight (Reino Unido) en 1851. Siempre viaja escoltada por dos guardaespaldas, sus desplazamientos en avión los realiza en primera clase y un furgón blindado habitualmente acompaña al trofeo para participar en los diferentes eventos públicos.
Las constantes victorias de los sindicatos americanos durante siglo y medio en la Copa América hicieron que este trofeo no se moviera de las vitrinas del New York Yacht Club hasta 1983. Fue entonces cuando la victoria del equipo australiano de Alan Bond rompió el monopolio estadounidense por primera vez, aunque tuvo revancha cuatro años más tarde. En 1995, desafíos como el Team New Zealand y en 2003 Alinghi permitieron los nuevos viajes transoceánicos de esta codiciada jarra hasta la presente edición. ¿Su valor actual? Incalculable. El equipo americano del millonario Larry Ellison lleva invertidos más de 200 millones de euros desde hace siete años en su equipo BMW Oracle sin tener asegurado el triunfo en la prueba.
Valencia.
En 33 días la Copa América se pone en juego y la primera misión que tiene la organización helvética ACM es buscarle un rival al Alinghi, el último vencedor del trofeo que se aseguró su plaza en la final hace cuatro años en Auckland (Nueva Zelanda). Con este objetivo, desde el próximo 16 de abril se celebrará la Copa Louis Vuitton, una competición preliminar donde los 11 sindicatos desafiantes al trofeo se enfrentarán entre sí a lo largo de tres meses. El vencedor de todos ellos obtendrá el pasaporte para ocupar la otra plaza vacante hasta el momento de la final. En juego no sólo hay un trofeo, en sus manos quedará también la dirección de la competición en las próximas campañas deportivas como obliga la escritura fundacional del trofeo, el famoso Deed of Gift.
Todo apunta que será una batalla en el agua que marcará un punto de inflexión en la larga tradición de la regata. Por primera vez, entre los 12 equipos participantes -uno de ellos el Desafío Español- hay 10 países en liza representando a los cinco continentes. La incorporación de estructuras deportivas como el sudafricano Shosholoza o el propio China Team han abierto la competición a nuevos mercados. Ambos vienen a esta campaña a tomar nota y mostrar su candidatura de asalto en cuatro años. El equipo de Salvatore Sarno en 2006 ya dio varios destellos de calidad que le convierten en un rival incómodo para los equipos favoritos a la victoria.
Por contra, el caso chino vive enzarzado en otra liga, la de ser el farolillo rojo en el año de su debut. Los que fueron los primeros navegantes en circunnavegar las Américas en 1421 están ahora intentando engancharse a esta competición. Lo tienen difícil. Con un mestizaje francés a bordo (utilizan la base técnica y parte de la tripulación del equipo galo Le Defí 2003) han llegado a la capital valenciana con una misión clara. «Queremos representar el renacimiento de la tradición y representar el valor social del trabajo en equipo de la china moderna», expresa su presidente Chaoyang Wang.
Sin embargo, la tradición hoy en día en la Copa América se sitúa a años luz de la palabra competitividad, quien manda de verdad son los presupuestos de los equipos y la tecnología que han podido desarrollar en las últimas tres temporadas lejos de la miradas de sus rivales. Alinghi dispone de un crédito para esta campaña de 90 millones de euros. Con ellos ha podido casi armar hasta tres tripulaciones completas para elegir una, viajar a Dubai durante la campaña invernal para entrenar con vientos similares a los que dispondrá en La Malvarossa en junio y perfeccionar la técnica de sus barcos. Ademas, el viaje a los Emiratos Arabes Unidos, que supuso un coste extra de 10 millones de euros a las arcas helvéticas, no se saldó de la mejor forma. Unos días por exceso de viento y otros por ausencia del mismo complicaron la labor deportiva. Aunque son muchos los que piensan que este viaje tenía una segunda misión: ver las posibilidades de organizar allí la 33 ª edición en caso de renovar su victoria. A día de hoy sólo una hipotética victoria del Desafío Español de Agustín Zulueta aseguraría a Valencia una nueva participación en la prueba. Sin embargo, los planes realistas del equipo español se centran en alcanzar la ronda de semifinales, es decir, superar los dos primeros corte eliminatorios en cuarta posición. Un resultado que sería el mejor hasta ahora alcanzado por un representante español en la prueba desde su debut en 1992.
¿Una nueva edición en 2009?
La regata de la Copa América vive época de cambios. Tras la campaña de Valencia, la revolución empezará posiblemente por acortar el tiempo de espera entre edición y edición. Si habitualmente se celebra cada cuatro años, la próxima regata podría organizarse dentro de dos años, es decir, en 2009. Esta decisión siempre depende del acuerdo entre el nuevo ganador del trofeo y el primer equipo que la rete, aunque en la mesa de la sociedad organizadora, la suiza ACM, es un tema de claro debate desde hace meses. «El evento tiene una particularidad que a diferencia de otras pruebas va creciendo poco a poco varios meses de un momento de gran intensidad. Acortar la prueba a 2009 debe realizarse con el consenso de todas las partes, tanto a la ciudad organizadora como al ganador», destacó ayer el presidente de ACM, Michael Bonnefous en su visita a EL MUNDO.
La organización de las regatas previas al año oficial de la prueba, una innovación en esta campaña, será también una medida por la que también parece que se apostará en el futuro. «Con estas pruebas previas se ha conseguido acercar a los europeos y a los españoles la competición. Además, han permitido a los equipos entrenar para la fase final de la competición con mucho más tiempo», añadió el máximo representante de la sociedad helvética.
En referencia al público que se espera visite la capital valenciana en los próximos meses, Bonnefous por su parte se mantuvo mucho más reservado. «El pasado año tuvimos días con más de 60.000 personas. La gente disfruta tanto de la actividad en tierra como en el agua», destacó.