Martes, 13 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6295.
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 MADRID
Radares indetectables
Tráfico pisa el acelerador
Aquellos conductores madrileños a los que les guste la velocidad lo van a tener un poco más difícil. Algunos de los radares que la DGT colocará en las carreteras de la Comunidad funcionan con láser y resultan invisibles para los detectores
FERNANDO I. LIZUNDIA

En un plazo de tres semanas, cuando finalice el despliegue de los puntos de control de velocidad anunciados ayer por la Dirección General de Tráfico (DGT), Madrid contará con más posibles emplazamientos de radar que Extremadura, Castilla-La Mancha o Aragón y, además, una parte de los nuevos dispositivos resultan invisibles para los detectores de radares.

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Pere Navarro, director general de Tráfico, aseguró ayer que «antes de que comience la Semana Santa» estarán operativos los 175 emplazamientos de radar que serán puestos en funcionamiento en el curso de este año.

Madrid, por una vez, no se ha llevado la palma en este reparto. En esta ocasión tan sólo le han correspondido seis cabinas laterales de radar, dos de ellas situadas en la M-505 (Las Rozas-El Escorial-Avila), mientras que las otras cuatro se han colocado en las carreteras M-300 (Rivas Vaciamadrid-Alcalá de Henares), M-404 (Navalcarnero-Chinchón), M-513 (Brunete-Boadilla-Pozuelo) y en la M-608 (Collado Villalba-Venturada).

Contrariamente a lo que hasta ahora había sido la norma, los nuevos detectores no se han colocado en vías rápidas, sino en carreteras convencionales. Además, cinco de los seis puntos de control han sido consensuados con las autoridades de Tráfico de la comunidad.

El sexto, se ha colocado en el kilómetro 12,500 de la M-505. Se trata de una zona de curvas peligrosas, donde -según recuerda la DGT- entre 2003 y 2004 perdieron la vida tres personas

Estos seis nuevos emplazamientos vienen a sumarse a los 29 con los que ya contaba la comunidad, lo que eleva el total a 35. Una cifra tan sólo superada por las 60 posibles ubicaciones con las que cuentan las ocho provincias andaluzas o las 52 de las nueve provincias que conforman Castilla y León.

A estas alturas tal vez se esté usted preguntando por qué se habla siempre de posibles emplazamientos. La respuesta es simple: la DGT tan sólo cuenta con 68 radares para atender 175 cabinas, pórticos y postes. En otras palabras, sólo hay un detector por cada tres emplazamientos.

Esto obliga a ir rotándolos de forma aleatoria para que ningún tramo se quede sin control, sus usuarios habituales puedan sentirse impunes y se cree un agravio comparativo. Navarro aseguró que la experiencia de la rotación de detectores se llevó a cabo en Barcelona «con muy buenos resultados».

Con esta fórmula de muchas cabinas y pocos radares la DGT logra matar dos pájaros de un tiro. Por un lado, consigue ahorrarse un buen dinero, ya que cada detector está valorado en unos 10 millones de las antiguas pesetas, es decir, que el Ministerio del Interior podría estar ahorrándose con esta fórmula unos 640.000 euros.

Una de las posibles explicaciones es que desde 2005 está bajando el número de denuncias formuladas por los agentes de Tráfico, a pesar de que el parque automovilístico no ha dejado de crecer a un ritmo aproximado de un millón de coches al año, hasta situarse en unos 28 millones de vehículos.

Traducido esto significa que los conductores se muestran más prudentes a la hora de salir a la carretera, especialmente desde que el pasado 1 de julio de 2006 entró en vigor el carné por puntos.

Esto complica la tarea de la DGT, que según los Presupuestos Generales del Estado debería incrementar este año en un 46% sus ingresos por multas, hasta los 322 millones de euros.

El otro beneficio de la rotación de los detectores es que consigue, a un precio módico, que los automovilistas circulen con mayor precaución por las zonas de peligro.

Invisibles e infalibles

Habrá quien piense que esto se resuelve con un buen detector. Pues bien, parece que ya no, porque un número creciente de los dispositivos instalados por la DGT son de nueva generación y efectúan la medición con láser. Este sistema resulta mucho más preciso que las microondas que utiliza el radar y, además no alerta de su presencia.

Los cinemómetros (perdón por el palabro) tradicionales riegan la zona con un mar de ondas electromagnéticas. Éstas, rebotan en cualquier objeto y salen despedidas en todas direcciones. Los sistemas de alerta captan estas ondas residuales y avisan a su propietario de la presencia del radar, que sólo tiene que levantar el pie.

Sin embargo, los medidores láser emiten un haz de luz muy concentrado, que rebota en el objeto al que apunta y regresa al punto de partida. Como no hay dispersión de la luz, tampoco hay ondas vagando por el éter ni alerta.

Además, los radares y los láser trabajan en longitudes de onda totalmente diferentes, por lo que no existen detectores ambivalentes.

Más infor. en Motor página 47

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