Martes, 13 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6295.
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 MADRID
Ocio / Exposición
Un paseo de la memoria
La muestra 'Madrid al paso' recoge un centenar de imágenes que muestran la transformación de la capital entre los años 1926 y 1971. Las instantáneas han sido seleccionadas del archivo del desaparecido 'Diario Madrid'
BEATRIZ PULIDO

Hace 35 años que fue cerrado el Diario Madrid. Entonces no había libertad de información. Sus páginas en blanco y negro, resignadas a su pérdida de protagonismo, aún rezuman hoy olor a tinta y a papel. Sus imágenes representan una ciudad deshilachada que trata de acostumbrarse al cambio y apenas se reconoce en sus costuras.

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Como un homenaje a la ciudad, a sus gentes y comercios y a los fotógrafos que participaron en aquellas imágenes, surge la exposición Madrid al paso, 1926-1971. Está organizada por la Asociación de Periodistas Europeos, la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid y la Fundación Diario Madrid y se puede ver estos días en la sede de la fundación.

Desde el aire, la Castellana casi muere en el Bernabéu; se perfila el horizante castellano desde cualquier punto de vista. En sus aceras se pasean animales, se improvisan mercadillos y juegos infantiles; el humo no ha hecho retroceder al aire. Es un Madrid de barrio, «una onírica capital provinciana instalada en el centro de una gran urbe», como recoge uno de los textos que ilustran la exposición.

170 instantáneas seleccionadas por Miguel Gómez, el comisario de la muestra, de un archivo formado por más de 160.000 fotografías, que nacieron con la vocación de recoger la actualidad y hoy cuelgan en la pared como reflejos de un rincón del siglo XX.

Si las ciudades fueran concebidas bajo la metáfora de una narración, se podría decir que «especialmente las ciudades grandes y con alguna historia no tienen un guión previo o único... Están sujetas a un conjunto de leyes de hierro», como admite Bernardo Ynzenga al analizar el crecimiento de Madrid.

Una historia de la vieja capital trazada a través de los años y las azarosas circunstancias, cuya estética final resultaba casi imposible de proyectar en aquella época.

Es lo que uno imagina frente a una de las imágenes de una Gran vía aún por edificar, con la solitaria presencia del cine Callao con los toldos echados para evitar el angustioso sol de verano y poco más: sin viandantes, ni mestizaje, ni comercios. Y ante la mítica piscina del Parque Sindical llena hasta las trancas por miles de bañistas. Y los tranvías y las fiestas con sabor de calle y verbena. «Madrid tradicionalmente se había hecho gastando poco», afirma el propio Ynzenga.

Aquel diario se edificó sobre los cimientos de El Heraldo de Madrid y hasta el año 1939 las imágenes de la exposición pertenecen a este último. Aunque Gómez ha preferido estructurarla no por fechas, sino en torno a diferentes temas: los comercios, las gentes, algunas personalidades de la época y el crecimiento de la ciudad.

«La memoria es un mecanismo leal y traidor al mismo tiempo», recuerda Almudena Grandes en el texto que se refiere al apartado Calles y gentes del común. Es curioso cómo mirando aquellas imágenes puede uno evocar con cierta nostalgia aquello que no ha vivido. Cuando la calle era del ciudadano y allí se manifestaba, simplemente para estar y tomar la fresca, cuando el Manzanares estaba cerca y remojaba los pies de los transeúntes y aquellos paseos, como el del Prado o el de Recoletos, eran de verdad paseos que disfrutaban la ausencia de máquinas, con las sillas adobadas en las aceras.

Como curiosidad queda algún que otro montaje (como el que se le hizo al actor Gary Cooper, haciéndole levantar el brazo en un gesto muy del régimen anterior, en una de sus visitas a la capital). Y rostros conocidos, como el de Lola Flores y el de su hija Lolita, cuando ésta era sólo una niña; o el de Camilo José Cela con La Chunga, tomada en 1966, los Duques de Alba, Pío Baroja, John Lennon y Yoko Ono, Antoñete, Luis Buñuel, Ramón Gómez de la Serna y un largo etcétera.

Entre tanta transformación llaman la atención aquellas imágenes que podrían pasar por el Madrid actual si adquirieran el rubor del color: El Metro abarrotado, las tapias y señales de obras, acompañadas de carteles pidiendo disculpas por las molestias, la calle de Arenal...

Al final, uno se queda mascullando la pregunta que se hace Herrero de Miñón: «¿Quién dijo que el Madrid de las campanas y de los yunques eran incompatibles?».

Madrid al paso

. Hasta el 29 de abril, en la Fundación Diario Madrid (Larra, 14)

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