Martes, 13 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6295.
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 MADRID
ARQUITECTURA / Monumento a las Víctimas del 11-M
Luz para el recuerdo
J. M. FERNANDEZ ISLA

Se pueden medir los símbolos? Seguramente encontrar una respuesta que nos satisfaga a todos por igual no va a ser una tarea fácil. Como es conocido, todo símbolo lleva implícito un cierto valor de identificación cuyo carácter es tan universal como irrenunciablemente democrático. O lo que es lo mismo, si lo que se propone no es capaz de representar el sentir de la gran mayoría, su función carece de significado. De ahí que, antes de responder a la pregunta inicial, convendría establecer una escala donde cierta preocupación por la sobriedad (a modo de primera recomendación) sea un factor a tener muy en cuenta. A partir de este instante, forma, diseño o volumen del monumento a proyectar, se deberá tramitar al amparo de referencias donde el entorno urbano adquiera tanto significado como el propio valor emocional de aquello que se quiere representar.

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En el Monumento a las Víctimas del 11 de Marzo hay, afortunadamente, mucho de lo apuntado anteriormente.

De un lado, este nuevo elemento urbano aporta un sentido de la sobriedad ejemplar. Es un monumento sencillo, conceptual y riguroso. En cierta medida, situado dentro de una tradición muy madrileña de resolver lo monumental desde una humildad tan cercana como emocionante. Al igual que el monumento a la Constitución (lo importante no necesita subrayados), éste se inscribe dentro de un formato asumible y en ningún momento abrumador. En cuanto a la relación emocional, este cilindro de cristal de 11 metros de alto aborda con un ejemplar despojamiento el siempre espinoso camino de lo retórico.

En cuanto a las consecuencias derivadas exclusivamente de su propia ubicación, el nuevo cilindro se complementa adecuada-mente con el que Moneo levantó para establecer el acceso a la estación de Cercanías, estableciendo un muy sugerente juego de réplicas. Si aquél representa el aspecto dinámico de una manera de entender el progreso social, que no puede ni debe detenerse, éste -bien a las claras- nos recuerda que el espacio para la memoria también tiene definición y, por tanto, forma.

El monumento a las víctimas del atentado del 11 de Marzo de 2004 surge como consecuencia de un concurso convocado conjuntamente por el Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento de Madrid. Con un jurado donde figuran los nombres de Agustín Ibarrola, Andreu Alfaro, Juan Bordes y José Luis Sánchez, por unanimidad y entre los 289 proyectos presentados, eligió la propuesta aportada por un jovencísimo grupo que, con el nombre de FAM, está integrado por los arquitectos Esaú Acosta, Raquel Buj, Mikel Jaenike, Mauro Gil-Fournier y Pedro Colón de Carvajal.

Inicialmente, aquella propuesta presentaba un cilindro de cristal de aspecto, cuando menos, indeciso y próximo a lo escultórico y que se levantaba sobre un hueco abierto en el firme de la glorieta de Atocha. Bajo aquel cilindro acristalado se acondicionaba una gran sala rectangular de aproximadamente 500 metros cuadrados de superficie que, a modo de espacio para el recogimiento y la reflexión, comunicaba con las bulliciosas dependencias del hall de la estación de Atocha mientras recibía el beneficio de una luz cambiante según las distintas horas del día.

Durante las sucesivas etapas del desarrollo del proyecto, hubo que establecer las pautas sobre cómo materializar los aspectos constructivos de lo que iba a ser aquel nuevo hito. Para ello, y en primer lugar, fue necesario buscar un material transparente pero que aportase la suficiente solidez y capacidad para soportar a lo largo de su perímetro el peso del volumen que él mismo libera. La solución adoptada consistió en diseñar un ladrillo de vidrio compacto cuyas dimensiones son de 30 cms. de longitud, 20 cms. de espesor y, finalmente, 7 cms. de altura (la firma de origen alemán Scott, ubicada en Mainz, ha sido la encargada de fabricar las más de 15.000 unidades que el cilindro ha requerido). La peculiaridad de esta pieza consiste en que al exterior se presenta cóncava, mientras que en su cara interior adopta la suficiente convexidad para propiciar así una superficie acristalada continua y carente de aristas.

Quedaba un problema por resolver: ¿cómo trabar sucesivas hiladas formadas por ladrillos de cristal y sin material de agarre? Para ello ha sido necesario recurrir a un gel acrílico de última generación que, al exponerse a los rayos UVA, se convierte en el elemento adhesivo necesario, sin por ello perder trasparencia.

Finalmente, una cubierta, tam-bién de cristal (y que a todas luces merece un mejor remate en su borde de coronación) será la encargada de cubrir este espacio para la emoción. Bajo esta cúpula aparecen inscritos tanto los nombres de las víctimas como muchos de los mensajes de solidaridad con los que los madrileños les homenajearon espontáneamente.

Tres años después de aquellos atentados del 11 de Marzo, el pasado domingo y a los compases del Cant dels ocells, himno universal de la paz gracias al violonchelista Pau Casals, tanto las víctimas de aquel horror como sus familiares recibieron el más solemne de los homenajes. Aquél que bajo la forma de una linterna/faro de luz, y en el centro de la glorieta de Atocha, hace que el recuerdo sea hoy más necesario y perdurable que nunca.


FICHA TÉCNICA

MONUMENTO A LAS VICTIMAS DEL 11-M

Situación: Confluencia del Paseo de la Infanta Isabel, Avda. Ciudad de Barcelona y Alfonso XII. /

Arquitectos: Esaú Acosta, Raquel Buj, Mikel Jaenike, Mauro Gil-Fournier y Pedro Colón de Carvajal. /

Concurso: 2004. /

Proyecto: 2005. /

Construcción: entre 2006 y 2007.

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