Subaru, participada por Toyota, ha estado hasta ahora en desventaja por no disponer de un motor diésel con el que competir en el mercado europeo, donde más de la mitad de las ventas corresponden a este tipo de mecánica. Ahora lo tiene y con una potencia próxima a los 170 caballos y dos litros de cilindrada será ofrecido en primer lugar en los modelos Outback y Legacy.

En parte por la buena marcha de las ventas y en parte por el creciente atractivo que supone la cotización del euro para los grupos asiáticos, la estrategia de la compañía presidida por Ikuo Mori ha situado en Europa buena parte de sus expectativas. De hecho, en el año fiscal que termina el próximo 31 de marzo venderá en esta zona cerca de 70.000 unidades, una cifra bastante más alta que las 62.000 que se fijaron como objetivo en 2002. Junto al diésel, la prioridad del grupo es incrementar la venta de modelos utilitarios.

En otras regiones como Japón o EEUU, Subaru se ha quedado por debajo de las expectativas que se había marcado. En cualquier caso, Norteamérica, donde ha programado un plan de crecimiento agresivo hasta 2011 sigue siendo su principal foco de interés. Mientras la red de concesionarios crecerá hasta 625 establecimientos, en el plano industrial, la colaboración con Toyota permitirá optimizar la actividad de la única planta con que cuenta en el país gracias a la producción del modelo Camry. A nivel global, Subaru quiere vender 582.000 unidades este año, lo que queda por debajo de las expectativas fijadas en 2002.