Martes, 13 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6295.
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Garzón-González: ni memoria, ni vergüenza

Felipe González y Baltasar Garzón compartieron ayer una invitación de La Caixa para debatir, junto a Ernesto Zedillo, el futuro político de Latinoamérica. La cita sirvió para mostrar la excelente relación del ex presidente y del juez de la Audiencia Nacional, que, a pesar de su supuestamente apretada agenda procesal, encontró tiempo para moderar este seminario. La imagen de complicidad que ofrecieron ambos personajes contrasta con la tormentosa relación que mantuvieron en el pasado. Lo primero que hay que preguntarse es qué hacía ayer Garzón en un seminario sobre Latinoamérica, como si le sobrara tiempo en su trabajo en la Audiencia. Dados sus numerosos viajes y su cargada agenda de actos sociales, no es extraño que Garzón no tuviera tiempo de encargar la traducción de las cintas grabadas a los islamistas del 11-M o de estudiar las denuncias de Cartagena contra ellos en el macrosumario de Abu Dahdah. El juez estrella de la Audiencia parece haber olvidado su dimisión como secretario de Estado en 1994 cuando dijo que González -al que había aludido colocando una X en la cabeza del organigrama de los GAL- le había tratado como «un muñeco». Tras volver a la carrera judicial, Garzón envió un escrito el 19 de noviembre de 1999 al Supremo, solicitando el procesamiento de González como instigador de los GAL. Si Garzón tuviera un mínimo de sentido de la prudencia no se habría prestado a una farsa como la de ayer, que pone de relieve el compadreo de dos personas con tan poca vergüenza como memoria.

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