FRANCISCO UMBRAL
Bueno, bien, ya está, hale, desde esta última página (perdón, penúltima) se mira aquella jornada suicida, con un domingo de por medio y muchos muertos en todas direcciones. Ya está, se acabó, ya sabemos que los socialistones y los populares no se van a entender nunca, porque no quieren entenderse ni les conviene, a otra cosa mariposa, aquí se está bien, se contempla el paisaje, que es un cementerio endomingado y sabatino, punto.
Ni siquiera en el tema de los números se entiende esta gente, siendo los números un mal rollo del colegio. Somos una cultura primitiva que calla generacionalmente las cuatro verdades que aquí se pronuncian en silencio. La verdad, tan perseguida y eficaz, no la dice nadie para aclarar las cosas. Sólo se hacen frases convencionales para zaherir al enemigo. La verdad verdadera nos está prohibida porque eso sería democracia y la democracia se guarda sabiendo lo que vale. ¿Cuántos españoles fueron el otro día a la plaza de Colón, trescientos mil o dos millones? He ahí otro tabú a enmudecer por los siglos de la cosa.
Nada, que no están dispuestos a ceder ni una sola verdad. Se entienden mejor manipulando mentiras. Yo le doy las gracias a Martín Prieto, que escribe en mi máquina y la vuelve lírica, más lírica que la mía, y ya es difícil entre tanto anuncio. El Rey y la Reina han salido graves en la mañana de aquel difunto domingo y hacían bien. El citado MP dice que yo le ofrecía bollos de pan a Letizia. Bueno, pues se acabó lo que se daba. Batasuna reclama una provincia más, que es Pamplona, y a lo mejor también tiene conversaciones con Zapatero.
Antañazo, los zapateros de portal tenían conversación con todo el mundo. Era la justicia franquista. Ahora, ZP va a ampliar su chiscón en Moncloa para que le quepan los quince o veinte mil estatutos que esperan su bendición hasta que España deje de llamarse España y la gobiernen los hombres del tiempo. He visto pintadas en las paredes de un partido político y eso no se hace, la izquierda está aprendiendo las mañas de la derecha y viceversa. A golpe de oración y corona de flores nadie cambia de opinión, ni siquiera los muertos. Aquí, ya digo, se está bien y le dejan a uno en paz, pero las gachilillas, Pilar Manjón, María San Gil y Ana Pastor no dejan de poner su nota de color en cada celebración, lo cual que se les agradece mucho porque éstas sí que respiran autenticidad, sinceridad y verdad.
Toda la política nacional tenían que hacerla mujeres porque las mujeres han aprendido a entenderse con la verdad y hasta se defienden en los bancos. Ya les he pedido que me defiendan a mí. Por cierto que Zapatero lució a su santa en una de estas celebraciones. Es guapa pero vestía un poco provinciano, con perdón. ZP no ha aprendido a hablar en público sin crisparse. Rajoy no es que diga más verdades sino que las dice más sinceramente, sin crispación, y eso le aporta dos millones de nacionales cada vez que se pronuncia. Luego aparecen los rojos a chapodarle la epístola, pero ya no tiene remedio. Y se acabó, ahora a esperar a las municipales, que unos y otros guardan heroicas mentiras para manipularlas como verdades. Estamos haciendo una democracia de panderete y una guerra civil fría que cualquier día va y estalla, lo dijo Groucho, «más madera».
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