Fue un mea culpa con todas las letras, con una sinceridad y una humildad impropia en un futbolista de primer nivel.
Thiago Motta volvió ayer a los entrenamientos tras su espantada del pasado jueves y las posteriores vacaciones que le concedió Frank Rijkaard debido a su bajo momento anímico.
El futbolista italobrasileño comenzó su comparecencia pidiendo perdón por su comportamiento. «He fallado a mucha gente, a los socios, a la afición y sobre todo a los compañeros, y les pido perdón». Capítulo aparte le mereció Frank Rijkaard: «Nunca me ha fallado, siempre ha estado a mi lado».
Motta negó que haya padecido una «depresión» y se refirió a «un momento de debilidad» causado por su escasa presencia en el equipo en los últimos meses. «No es cosa de un solo día. Pasaba un momento difícil. Cuando uno no juega quiere demostrar quién es y no puede.En esta situación, algunos pueden sentirse débiles, piensas que a lo mejor ya no sirves», explicó.
Motta, un futbolista a quien a menudo se le ha reprochado su escasa actitud y su poca dedicación, explicó que ha recapacitado y que quiere acabar con su fama de indolente: «Todos cometemos errores, pero uno tiene que ser hombre para pedir disculpas de todo corazón. Quiero cambiar, quiero trabajar bastante más fuerte que antes para quedarme aquí muchos años».
El futbolista italobrasileño está en todas las quinielas para abandonar el club al final de esta temporada. Rijkaard ha rechazado ofertas por él en cada una de sus temporadas al frente del primer equipo, y el pasado año rechazó incluso un ofrecimiento de Vieira para jugar en el Barcelona esgrimiendo que ya tenía a Motta.
Sin embargo, el centrocampista salió del equipo a principios de año pese al mal momento de forma de Edmilson, y empezó a convertirse en un descartado habitual en las convocatorias. Pese a todo ello, Motta quiso acallar los rumores sobre su expansiva vida social.«Alguna vez la prensa ha dejado entrever que soy un vividor, que cobro y luego no hago nada. No lo puedo permitir, porque siempre he trabajado por este club y siempre lo he dado todo».
Consciente de las incoherencias entre su mea culpa y la reivindicación de su valía profesional, Motta aclaró que los errores que ha cometido en el club son «puntuales». «También he hecho cosas buenas, tengo que cambiar los errores. Sé que tengo potencial y calidad para ayudar a los compañeros», explicó.
Motta se refirió finalmente al despido de Juan José Castillo, uno de los responsables de la Oficina de Atención al Jugador, muy vinculado al clan brasileño y que llegó al club de la mano del ex vicepresidente Sandro Rosell. «Se me va un gran amigo», comentó.