Miércoles, 14 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6296.
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Bruguera estrena su colección de poesía con una antología hispanoamericana
'Casa de luciérnagas' reúne poemas de las mejores autoras contemporáneas
LAURA FERNANDEZ

BARCELONA.- Alejandra Pizarnik fue, en su momento, tan grande en Argentina como lo era Luis Cernuda en España. «Pese al machismo imperante, se valoró tanto su obra o la de Olga Orozco, por ejemplo, como la de cualquier escritor», dice Ana Becciú, también poeta y argentina, de visita estos días en España para apoyar la presentación de Casa de luciérnagas, una interesante y completísima antología de poetas hispanoamericanas contemporáneas. O, lo que es lo mismo, la primera piedra de la recién estrenada colección de poesía de Bruguera, que dirige la escritora Ana María Moix.

La antología, que se abre con la argentina Diana Bellessi y se cierra con la venezolana María Auxiliadora Alvarez, no es tanto un ir y venir de nombres conocidos como un descubrimiento tras otro. «La incomunicación entre nosotras es increíble. En general, lo es en el mundo editorial. Hoy en día es casi imposible saber qué se publica en otros países», dice Ana Becciú, que no conocía a muchas de las poetas incluidas en la antología: hasta 34, de Cuba, México, Guatemala, Venezuela, Ecuador, Colombia, Uruguay, Chile, Perú, Bolivia y Argentina.

«El proyecto estaba en marcha desde hacía años. Ana María Moix lo rescató», explica el también poeta Mario Campaña, responsable de la selección. Mario se paseó por bibliotecas de medio mundo en busca de poemarios: se recorrió las de Washington, Lima, Bogotá, Quito, París y Bruselas. «Las dictaduras arrasaron con las bibliotecas y los libros en Latinoamérica. En algunos casos, como el de Cristina Carneiro, incluso se la llevaron a ella», dice Mario. Carneiro está desaparecida. Isabel de los Angeles Ruano no lo está, pero como si lo estuviera. Vende perfumes y dentríficos en las calles de Guatemala vestida de hombre. «Perdió la cabeza hace tiempo.Era una niña prodigio. Pero se volvió loca porque nadie parecía entenderla. Vendía perfumes en la calle cuando le dieron el Premio Nacional de Poesía. Ya era demasiado tarde», añade. Mario se pregunta qué hubiera ocurrido si hubiera sido hombre.

Si algo comparten las 34 mujeres cuyos poemas han sido incluidos en Casa de luciérnagas (entre las que se encuentran Cristina Peri Rossi, Wendy Guerra, Verónica Zondek, Gloria Gervitz y Lila Calderón), es la crueldad con que se aproximan a lo cotidiano.Como le ocurría a Pizarnik, su crueldad es autodestrucción en muchos de los casos, roza el misticismo en otros y se detiene en la muerte, la soledad y en un ardiente deseo irrefrenable, casi animal, en todos. «Cada una de ellas tiene una voz única y madura por completo. Si en algo ha primado en la selección de poemas y autoras, ha sido esa madurez», explica Mario.

Para Becciú comparten más de lo que parece. «La poesía en la mujer sale de lugares muy concretos. Está en relación con nuestra existencia y con nuestras relaciones. Es completamente terrenal, porque la mujer lo es», dice Ana, que viene de un mundo, asegura, en el que las mujeres practicaban «un activo extremismo poético», eran conocidas por sus versos y por nada más. «No eran periodistas ni escribían relatos», recuerda. «Cuando yo era adolescente, el panorama de la poesía en Latinoamérica había superado a lo que nos explicaban en la escuela», dice. Sobre todo en el caso de Alejandra Pizarnik y Olga Orozco.

Nada que ver con lo que ocurría en España. Y con lo que sigue ocurriendo. «Es cierto que no hay grandes poetas españolas. Por lo menos, no de la importancia que tuvieron en su momento Pizarnik y Orozco», coinciden en señalar Ana María Moix, Mario Campaña y Becciú. Y a juzgar por los malos tiempos que corren para lo literario (que nada tiene que ver con el best-seller), no es probable que surja ahora.

Si lo hiciera, podría recurrir a la colección de poesía de Bruguera, que ya tiene listos sus próximos dos títulos: la Poesía completa, de Félix de Azúa, y el poemario Una urgencia vital, de Manuel Jiménez. La intención es editar una decena de títulos al año.Con el primero de ellos, Casa de luciérnagas, salen con 7.000 ejemplares, porque se piensa distribuir en Sudamérica. Si no, no pasaría de los 2.000. En otros casos, de los 800.

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