FERNANDO MAS. Corresponsal
LONDRES.-
Tony Blair se reunió ayer en Downing Street, residencia oficial de los primeros ministros británicos, con un grupo de escolares. Allí les explicó que sus antecesores debieron afrontar complicadas situaciones y adoptar medidas muy importantes. Desde la lucha contra el fascismo, dijo, hasta la gestión de la Guerra Fría. De esa forma llegó a 2007, y les contó a los chicos que el gran reto de los gobernantes del siglo XXI es combatir el cambio climático para salvar el planeta.
Blair y su Gobierno se han fijado, en un plan anunciado ayer, reducir las emisiones de gases contaminantes en un 60%. Esa meta ha de conseguirse en 2050, pero antes, en 2020, se debería haber producido una reducción de entre el 26% y el 32% de los niveles de, sobre todo, dióxido de carbono (CO2) lanzados a la atmósfera.
El Gobierno presentará en otoño una ley en la que se detallarán todos los términos de este ambicioso plan, el primero del mundo, y que convertirá una propuesta en norma de obligado cumplimiento. Hasta tal punto será así que el ministro de Medio Ambiente, David Miliband, explicó que cada cinco años se evaluará el plan y si no se han conseguido los registros adecuados el Gobierno puede ser llevado ante los tribunales.
La oposición conservadora y liberal ha saludado la propuesta en plena guerra política entre David Cameron, líder tory, y Gordon Brown, previsible sucesor de Blair al frente del Gobierno, sobre quién es el político más verde del Reino Unido.
Objetivo ambicioso
Amigos de la Tierra, grupo ecologista con relevancia en Gran Bretaña, considera que el plan debería ser más ambicioso y perseguir una reducción del 3% anual para llegar, en 2050, a una rebaja del 80% en las emisiones de CO2. Miliband considera que para conseguir este ambicioso objetivo es necesario invertir en combustibles que no generen CO2 o generen menos que los actuales y controlar, año a año, los presupuestos de contaminación.
Éste es un concepto interesante que Brown explicó con claridad. «Los próximos Gobiernos», dijo, «tendrán que contar carbono como cuentan peniques y tendrán que rendir cuentas sobre el uso de los recursos del país de la misma manera que hoy lo hacen con el dinero, con el gasto público».
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