C. E. CARBAJOSA / J. ALCAIDE
MADRID.-
La paz no reina en el Madrid. Ni siquiera el buen partido en el Camp Nou y los errores de sus rivales han atenuado los efectos de la tormenta en un club en el que las buenas relaciones brillan por su ausencia. La nueva política consiste en filtrar a todo el mundo que las alineaciones ya no las hace Capello, sino un grupo de jugadores selecto, el que forman los veteranos con Rául y Guti a la cabeza. Era lo que le faltaba al italiano para estallar y sentirse perseguido. La reacción no se ha hecho esperar y el técnico ya ha comunicado a sus abogados, con su hijo a la cabeza, y a su entorno, que no va a perdonar ni un euro de sus tres años de contrato. Se siente despreciado, vejado y planea su venganza para junio, su último mes en el cargo.
Tal y como informó EL MUNDO el pasado domingo, el cuadro de veteranos del vestuario ha sugerido, a través de sus declaraciones, diversas modificaciones tácticas que pasarían por un mayor control del balón y una voluntad ofensiva que no casan con el ideario de Capello. El técnico recogió los mensajes, consciente de su frágil estabilidad al frente del club, y, ya en Barcelona, siguió una de las consignas claras: «Guti es intocable y cuando se juega con Emerson el equipo no tiene autoridad», fue la cita más reiterada entre los disidentes.
Errores.
El trivote defensivo de Múnich, con Emerson, Diarra y Gago fue un fracaso. El equipo mejoró con la entrada de Guti, y Raúl, el capitán, no dudó al comentar la eliminación del equipo: «Entregamos los primeros 30 minutos y fuimos otro equipo con Guti. Es el camino». No hubo charlas, no hubo contacto. Simplemente, Capello olvidó a Emerson en el banquillo del Camp Nou y se encomendó a Guti, que fue el líder del buen partido del Real. Los consejos de los jugadores se han mantenido siempre a través de declaraciones públicas. Salgado es uno de los que más inciden en que el equipo debe ser más ofensivo. En realidad, el único que le dice las cosas a la cara es Cassano, quien le ha criticado por cosas como no hacer el tercer cambio en los últimos minutos ante el Barça, o mantener como suplente a Ronaldo.
Capello es consciente de que el núcleo duro del vestuario no aguanta el trato de favor a Emerson o la titularidad innegociable de Cannavaro. Pero lo que no admite es el ninguneo del club. Capello ya ha mantenido dos grandes discusiones con Pedja Mijatovic, quien le sugirió que dejara de contar con los veteranos fichados a principios de temporada y que diera cancha a los jóvenes traídos en el mercado de invierno, Gago e Higuaín. Fue ahí donde el técnico pensó en presentar la dimisión y hasta se llegó a un principio de acuerdo para el pago del finiquito. Se vivían las horas previas a la ida contra el Bayern. Finalmente, Calderón frenó el calentón porque prefería mantener a Capello en el banquillo, un escudo que atenúa los golpes al palco, y porque no le gustó que se filtrara la noticia de la marcha del entrenador.
Sí, en ese momento, Capello admitía marcharse con sólo dos años cobrados de los tres que tiene firmados. Seis millones por la campaña que está a punto de terminar, y otros seis por la siguiente. Pero las cosas han cambiado y su marcha, que por ahora se fija en el próximo mes de junio, será traumática y con guerra. Capello ha hecho saber al club que pedirá los tres años por la falta de respeto con la que se le está tratando. No sólo es por la lista de posibles sucesores que instiga el propio club. Las declaraciones de Calderón las interpreta como un continuo desaire. «Ya sabemos cómo es Fabio. A su edad le cuesta cambiar, pero él ve cosas y puede evolucionar según vaya la temporada», ha comentado. Y fue más lejos apenas unas horas después de caer contra el Bayern: «No sé si Fabio se ve con fuerzas para sacar esto adelante. Él tiene que decidir. Con el finiquito no habría problema porque sólo habría que abonarle una mensualidad».
Capello sabe que no le quieren los jugadores y que Calderón le considerará un estorbo en junio. Pero es duro y no quiere volver a dimitir. Quiere sacar hasta el último céntimo de lo firmado. Los contactos con Calderón son meramente formales y los que tiene con Mijatovic carecen de trascendencia porque el montenegrino puede ser el siguiente en caer. El poder ya está en manos del director general, José Angel Sánchez.
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