Los populares administraron ayer con más osadía que holgura su aparente ventaja social en el debate parlamentario sobre De Juana. El portavoz del Grupo no se conformó con devolver al ministro del Interior datos y titulares de hemeroteca frente a los reproches recibidos sobre la pretendida «pasividad» de la política penitenciaria de Aznar contra ETA. Eduardo Zaplana, además, se atrevió a acusar a Alfredo Pérez Rubalcaba de «engañar» a los españoles y de emprender, con la prisión atenuada del etarra, un «atajo» legal como el creado con los GAL en tiempos del Ejecutivo de González, del que él mismo fue portavoz.
«Su gran argumento es que todos los gobiernos han hecho lo mismo», le dijo Zaplana a Rubalcaba, «pero mire, señor ministro, no todos somos iguales». «A algunos les están juzgando esta mañana», añadió en referencia al juicio que se celebra en la Audiencia Provincial de Madrid contra el ex secretario de Estado socialista Rafael Vera y el coronel Félix Hernando.
«Nosotros estamos muy orgullosos de la política antiterrorista, vamos con la cabeza muy alta», dijo aún en el momento más tenso de su intervención, «y aunque no quiero entrar en detalles, a nosotros no nos puede reprochar que un ministro y un secretario de Estado hayan sido condenados por terrorismo. O tener un antiguo gobernador civil que hoy sería subdelegado del Gobierno, condenado por dar muerte a dos personas y hacerlas desaparecer. Eso sí que es indigno y bochornoso». «No abusen de nuestra prudencia», terminó en su dentellada parlamentaria, «porque, además, ustedes defendieron a los culpables».
Estaba cantado, en realidad, que los populares contestarían con los GAL a lo que el propio Zaplana calificó de estrategia del «ventilador» practicada por Rubalcaba con su detallado repaso de los beneficios penitenciarios obtenidos por los reclusos etarras y por el propio De Juana bajo los gobiernos del PP.
Pero la osadía de Zaplana radicó en el manejo dialéctico de la denostada noción de «atajo» en relación con la política antiterrorista. Y ello, en un doble sentido. Primero, al contextualizar la excarcelación del etarra en el marco del proceso y al arrojar sobre el Gobierno la acusación política más rentable en España en los últimos cuatro años: la de engañar a los españoles. «En vez de llamar mentirosos a personas honradas, diga desde cuándo hablan ustedes con ETA», le emplazó. O en su afirmación más dura: «Su problema es siempre el mismo. No creen en la ley como fuerza única y suficiente para derrotar al terrorismo. No creen en el Estado de Derecho. Y por eso o montan los GAL, o se ponen a negociar con los terroristas».
«Ha hablado usted de los efectos de todo tipo que su muerte habría conllevado. Eso es reconocer el chantaje», aseveró.
En segundo lugar, Zaplana calificó literalmente de «atajo» y «fraude de ley» la decisión misma de la prisión atenuada. Según el portavoz, su excarcelación por razones humanitarias equivale a «un tercer grado encubierto», y decidido a sabiendas, porque «han elegido la única vía que no exige el arrepentimiento». «No engañen a los españoles», insistió Zaplana, «encubriendo la decisión política de un manto de legalidad».
«El tercer grado, que, para que nos entiendan todos los españoles, consiste en salir de la cárcel e irse a su casa», argumentó el portavoz popular, exige previo arrepentimiento y signos inequívocos de abandono de las armas, y como estos requisitos no le daba la gana de cumplirlos a este terrorista, ustedes han buscado un atajo, que es el cauce excepcional del artículo 100.2 del Reglamento penitenciario previsto para otras situaciones distintas».
Zaplana dedicó buena parte de su intervención a contrarrestar las acusaciones concretas del ministro sobre la política penitenciaria del PP. Refrescó la declaración del ya ex ministro de Justicia, Fernando López Aguilar sobre que «ninguna de las excarcelaciones debe apuntarse en el debe del Gobierno del PP, porque tuvieron la respuesta que merecieron de acuerdo con la ley, con el Código Penal por el que fueron condenados». También hizo su hueco a los titulares de prensa de 1996 y 1997 que daban cuenta de la inflexibilidad penitenciaria del Gobierno del PP, como aquel titular de Diario 16 de diciembre del 96: «El Gobierno ha abandonado a Ortega Lara a su suerte», pasados 331 días de su secuestro. También se entretuvo en contestar a Rubalcaba y al propio Zapatero sobre la excarcelación del etarra Iñaki Bilbao, poco antes de que asesinaran al concejal socialista Juan Priede. Y con este ejemplo resumió la respuesta del PP a todas las acusaciones del Gobierno socialista sobre la pretendida inacción de sus gobiernos: «En 14 años ustedes no sólo cambiaron la ley para endurecer el régimen penitenciario, sino que hicieron lo contrario, lo flexibilizaron. Por cierto que Iñaki Bilbao está ahora en la cárcel, gracias al PP, hasta que haya cumplido íntegramente su condena... salvo que, claro, haya huelgas de hambre por medio y ustedes cedan al chantaje».
Por cierto que no olvidó Zaplana una referencia explícita al presidente del Gobierno para reprocharle su incomparecencia parlamentaria. «Zapatero», dijo, «ha preferido esconderse de nuevo, lo que es una manifestación evidente de su falta de argumentos ante la decisión, más indigna de la Historia. Si tanta razón le acompaña, habría venido».
Pero, pese a la crudeza de buena parte de su discurso, Zaplana no se detuvo en el pasado. Aseguró que el PP no ha criticado «ninguno de los 100 etarras» que, según afirmó, han obtenido beneficios penitenciarios con este Gobierno, sino sólo el de De Juana, por haberse «planteado en términos de chantaje al Estado».
Así, explicó la decisión de Zapatero sobre de De Juana no como un signo de su política penitenciaria sino como la última de una serie de «cesiones» políticas a ETA. Y ello, «para no incomodar a los de las pistolas, mantenerlos lo más tranquilos posible y así conservar expectativa de un proceso que según el Gobierno estaba roto».
En la réplica, el portavoz llegó a hablar del 11-M y de Irak. Tras pedir un debate monográfico sobre la política penitenciaria de los gobiernos socialista y popular, Zaplana pidió también reabrir la comisión de investigación sobre los atentados de Madrid que, dijo, «ustedes cerraron con miedo y de forma vergonzante». Además, trajo a colación la amenaza de Al Qaeda a España por su presencia en Afganistán para acusar a los socialistas de «mentir» cuando, a su vez, éstos dijeron que «la presencia en Irak era la causa de la amenaza».
LAS ASEVERACIONES
«Ha hablado usted de los efectos de todo tipo que su muerte habría conllevado. Eso es reconocer el chantaje»
«No todos somos iguales. A algunos les están juzgando esta mañana»
«A nosotros no nos puede reprochar que un ministro y un secretario de Estado hayan sido condenados por terrorismo»
«Cesión y pago de precio político es excarcelar al asesino para no incomodar a los de las pistolas»
