M. I.
BILBAO.-
Era suboficial de la Ertzaintza, destinado en el Servicio de Información de Vizcaya, y uno de los mayores activos de la policía autonómica en la lucha antiterrorista. Ramón Doral, Montxo, murió el 4 de marzo de 2003, cuando ETA adosó una bomba en los bajos de su coche.
Falleció en Irún (Guipúzcoa), su localidad natal, en la que dejó a su mujer, Cristina Sagarzazu, y tres hijos; el pequeño apenas tenía un año de edad cuando le arrebataron a su padre.
A Doral lo habían amenazado en muchas ocasiones: las llamadas anónimas eran habituales en su domicilio y su nombre aparecía con relativa frecuencia en las listas de objetivos. Doral se había acostumbrado a no aparcar el coche cerca de su casa y a dar un rodeo cuando llevaba a sus hijos a la ikastola.
La bomba con la que ETA lo asesinó estaba compuesta por tres kilos de un explosivo muy potente, y el vehículo circuló durante unos metros sin control tras la detonación, hasta colisionar con una furgoneta a unos 30 metros de su domicilio.
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