M. I.
BILBAO.-
La vida de Josefina Corresa Huerta terminó en diciembre de 1995 por casualidad, por la casualidad del terror. No era política, ni policía, ni empresaria, ni periodista... Sólo era una mujer que estaba de compras con su hija de 14 años cuando ETA decidió atentar contra El Corte Inglés de Valencia.
Los terroristas, presuntamente los detenidos ayer en Francia y su compañera Iratxe Sorzabal, detenida en Francia el 26 de noviembre de 1997, decidieron colocar cinco artefactos explosivos en las instalaciones de estos grandes almacenes en Valencia y terminaron así con la vida de Corresa, al tiempo que hirieron a otras 12 personas.
Su hija de 14 años, Amparo, que estaba de compras con ella, no pudo asistir a su funeral. Ese día, en el que más de 3.000 personas abarrotaron la parroquia saguntina del Buen Suceso, ella permanecía ingresada en el hospital Clínico de Valencia, como consecuencia de las graves heridas que le provocaron las bombas de la banda terrorista.
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