MARCOS IRIARTE
BILBAO.-
A Eduardo López Moreno, agente de la Guardia Civil, lo reconocieron por su anillo de casado. Tenía 38 años y tres hijos cuando ETA acabó con su vida en abril de 1995. Destinado en la localidad navarra de Etxalar y natural de Bera de Bidasoa, su cadáver fue encontrado en las instalaciones de un cuartel de abandonado en Endarlaza.
López había salido de su casa para irse de pesca y detuvo su coche en las instalaciones de este cuartel que llevaba dos años abandonado por la Guardia Civil.
La bomba trampa que ETA había colocado en su interior, concretamente en la planta del sótano, para atentar contra las patrullas de guardias civiles que habitualmente inspeccionaban el inmueble, le explotó a López Moreno en las manos.
La deflagración de cinco quilos de armerital, una sustancia utilizada en ocasiones por la banda terrorista y que estaba conectada a un temporizador, destrozó el cuerpo de este agente, quien fue identificado por la documentación de su vehículo, aparcado fuera, y su anillo de casado.
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