Miércoles, 14 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6296.
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Una buena conciencia no teme a ningún testigo (Séneca)
 ESPAÑA
EL BLOC DE
¿En qué queda todo?
Luis del Pino

Desgarrador. Cuando empezó este juicio, las personas que se encargan del apoyo psicológico a las víctimas ya advirtieron que sería duro para ellas. Y que lo más duro no iba a ser contemplar a los imputados, sino escuchar a los testigos que les hicieran rememorar aquel viaje del horror que cambió sus vidas. Hoy hemos visto desfilar a los testigos oculares de los trenes, los cuales, además de testigos, son víctimas directas de aquella masacre. Algunos resultaron heridos, otros sufren sólo secuelas psicológicas. Pero a todos ellos se les acumula la tensión de declarar en el juicio con la propia tensión de revivir, como víctimas, aquel maldito 11 de Marzo. Dos de ellos no han podido contener la emoción al responder a las preguntas de la Fiscalía y de las defensas. El juez Javier Gómez Bermúdez, con una exquisita delicadeza, ha tratado de confortar y tranquilizar a esos testigos, que se enfrentaban, probablemente, a una de las pruebas más duras de su vida.

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Nada. Los propios testimonios arrojan un resultado bastante desolador para las tesis oficiales. Los testigos se han contradicho una vez y otra. El primero de los dos testigos que reconocieron inicialmente a Jamal Zougam en los trenes afirmó, en su primera declaración, haberle visto en el piso bajo del tren de El Pozo, pero en ese piso bajo no explotó ninguna bomba.

A preguntas de la Fiscalía, ha variado ahora su declaración inicial, diciendo que vio a Zougam en el piso alto del tren, para terminar reconociendo a la defensa que no recuerda en qué piso viajaba. Otro de los testigos, que era el único que la Fiscalía tenía contra Basel Ghalyoun, se desdice ahora y afirma que a quien reconoce es a Daoud Ouhnane. Un tercer testigo reconoció en fotografías a Zougam para luego identificar en una rueda de reconocimiento a Bouchar. En resumen: que en realidad no existe ningún testigo que haya visto a Zougam depositar una bomba. Eso es, exactamente, lo que algunos venimos denunciando desde hace mucho tiempo.

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