Miércoles, 14 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6296.
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 MADRID
'Shopping' / Tiendas de muñecas
Con su camisita y su canesú
ANA YNZENGA

Mientras la Bratz desbanca a Barbie en las estanterías de las megatiendas de juguetes entre muñecas que hablan, lloran, babean o incluso hacen pipí, resulta una bendición ver que quedan aún nostálgicos amantes de lo artesanal. Y es que el arte de hacer muñecas no es sólo cosa de niños, es más, son consideradas en casi todo el mundo objetos de colección por los que se pagan altas cifras. Francia, Alemania e Inglaterra fueron los grandes creadores del siglo XIX, y las piezas más valiosas proceden de estos países. Escultores como Emile Jumeau fueron los pioneros, recreando caras de niños en piezas de porcelana con detalles como pelo de mohair para el cabello, ojos de cristal y suntuosos vestidos de época que hacían de las muñecas verdaderas obras de arte. Hoy, la tradición continúa: he aquí los pocos sitios en Madrid donde deleitarse con estas joyas, y donde incluso los más curiosos pueden iniciarse en los gajes del oficio. En la tienda de antigüedades de Mercedes Cabeza de Vaca sólo tienen cabida los sibaritas. Y es que en este pequeño rincón del Rastro se pueden encontrar todo tipo de antigüedades, desde muñecas de porcelana del siglo XIX firmadas por los muñequeros más prestigiosos (Armand Marseille, Jumeau, Steiner, F. Gaultier... ) hasta muebles de primeros del siglo XX, lámparas, miniaturas, piezas de bisutería, accesorios y detalles de decoración de lo más curiosos. Mercedes ha ido ambientando su tienda para que las muñecas se sientan como en casa. Las más antiguas, las denominadas niña, datan del siglo XIX, los bebés de los años 20, y los pepones de cartón piedra de los años 30. La más moderna de todas es una muñeca de los años 40, que pertenecía a la madre de Mercedes. Curiosamente, esta última la encontró la coleccionista en una tienda. «Le comenté a la persona que la vendía que esa muñeca la había hecho mi madre y al saberlo me la regaló», cuenta Mercedes. Para los más curiosos en este arte, Esmalper es, sin duda, el lugar perfecto donde deleitarse. No sólo cuenta con un taller donde, desde hace 30 años, realizan muñecas, casas, miniaturas y piezas que venden al mayor, sino que además cuentan con una escuela (La Caja Mágica) donde poder aprender todas las técnicas del oficio: esmalte al fuego, decoración en porcelana, costura y complementos y el miniaturismo, entre otros. También reproducen y restauran muñecas antiguas. Pero lo más curioso de Esmalper son sus réplicas en miniatura de casas regionales, como los pazos, las masías o los palacetes de época, donde cada detalle es una reproducción exacta del original, desde los materiales, hasta los muebles, las lámparas y los utensilios. Además, coquetas tiendas de época como zapaterías o sombrererías donde no se pierde detalle. En la tienda también se pueden encontrar miniaturas, muñecas de porcelana, casas y todo tipo de accesorios y herramientas necesarias para su elaboración. En manos del maestro Alberto Pérez (orfebre, esmaltador y miniaturista reconocido), su fundador y su hija Susana, Esmalper cuenta cada día con más adeptos. Además, organizan exposiciones (son ya más de 50 a sus espaldas) y editan la revista bimensual Muñecasa. Hace ya seis años que Fantasía abrió sus puertas de la mano de Cristina Padial (licenciada en Bellas Artes y apasionada de las muñecas desde muy pequeña) y su marido, José Luis de Arriba. Su especialidad son las miniaturas y las casas de muñecas, que incluso se pueden pedir por encargo según los gustos de cada uno. Se pueden elegir los papeles de pared, los suelos, las molduras, los azulejos y, cómo no, el mobiliario. Han llegado a reproducir al milímetro el Palacio de la Chata con la fachada y las farolas del exterior. «Con las muñecas intentamos no ser masivos, pedimos mucha variedad pero poca cantidad y normalmente son ediciones limitadas», afirma José Luis. Cuentan con todo tipo de clientes, desde coleccionistas hasta niños de 4 años en adelante, «pero ocurre a menudo que la madre se encapricha con la excusa de que a su hija le encantará». El sótano está invadido de casas, palacios y reproducciones de juguetes de época, y la planta de arriba está dedicada a las miniaturas, colocadas por ambientes de una casa: la cocina, el dormitorio, el salón, el cuarto de juegos...

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