El líder de la oposición de Zimbabue, Morgan Tsvangirai, ingresó ayer en el hospital con una profunda herida en la cabeza y la cara hinchada tras comparecer en un tribunal junto a varias decenas de manifestantes arrestados el domingo en una protesta.
Tsvangirai, que cojeaba y apenas podía abrir un ojo, dijo haber recibido un trato «terrible» bajo custodia policial. «Fue sádico atacar a gente indefensa», declaró a la salida de la sede judicial de Harare, «pero la lucha continúa».
Algunos de los detenidos tuvieron que ser arrastrados ante el juez y varios se sentaron en el suelo. Uno de ellos llevaba una camiseta manchada de sangre y todos aparecieron sucios, despeinados y cansados.
El abogado del estado, Florence Ziyambi, ordenó que los acusados fueran trasladados al hospital para recibir tratamiento. «Confirmo que cualquiera que necesite atención médica puede ir y obtenerla», señaló Ziyambi. Tsvangirai, jefe del opositor Movimiento por un Cambio Democrático (MDC), fue empujado por los antidisturbios al interior de un minibus para ser conducido al hospital. Otros 50 heridos fueron transportados en ambulancias.
Las organizaciones de Derechos Humanos aseguran que Tsvangirai y otros opositores fueron torturados tras ser detenidos mientras participaban en un encuentro organizado por la oposición, la Iglesia y grupos cívicos con el fin de abordar la crisis política y económica que sacude Zimbabue.
La policía ordenó a los organizadores que abandonaran la idea de esa convocatoria, aparentemente preocupados por que la oposición lanzara una campaña en las calles para derrocar al presidente Robert Mugabe. Un hombre fue asesinado por la policía cuando ésta intervino para aplastar la protesta. Era la segunda vez en un mes que los antidisturbios se enfrentaban a la oposición en las calles de la capital.
Mugabe está acusado de violar de los Derechos Humanos y arruinar la economía de su país, empujando a la que una vez fuera una próspera nación hacia una crisis marcada por una inflación superior al 1.700%, un 80% de paro y una escasez crónica de comida y petróleo.
La represión de la protesta del domingo ha desencadenado una condena mundial a Mugabe y a su Gobierno. La secretaria de Estado norteamericana, Condoleeza Rice, pidió ayer la liberación de los detenidos y aseguró que considera a Mugabe responsable de la seguridad de Tsvangirai. «La comunidad internacional ha vuelto a comprobar que el régimen de Mugabe es despiadado y represivo, y que sólo crea sufrimiento al pueblo de Zimbabue», señaló Rice en un comunicado.
El mandatario de 83 años -que ostenta el poder en el país africano desde su independencia en 1980- ha advertido de que volverá a presentarse a otro mandato si se lo pide el partido gubernamental (ZANU-PF), tanto si se convocan las elecciones en 2008, como está previsto, como si se retrasan dos años.
Mugabe suele achacar los problemas económicos de Zimbabue al sabotaje del Reino Unido y otras potencias occidentales. Así lo insinuaba ayer Nathan Shamuyarira, portavoz del ZANU-PF: «Creo que Tsvangirai quería ser arrestado para ganar apoyo de Londres y Washington».