IRENE HDEZ. VELASCO. Corresponsal
ROMA.-
Ni el más mínimo signo de apertura, sino que incluso se percibe una vuelta al pasado... Benedicto XVI no sólo seguirá negando la comunión a los católicos divorciados que han contraído segundas nupcias. Además, se reafirma en el celibato sacerdotal, aboga por volver paulatinamente a introducir las misas en latín y exhorta a los políticos católicos a defender en el Parlamento sus principios religiosos, votando en contra de las leyes que van «contra la naturaleza humana».
Esas son las principales conclusiones que se recogen en el documento de 131 páginas presentado ayer y con el que el Pontífice (quien por cierto, ayer se reunió por primera vez con el presidente ruso Vladimir Putin) dice la última palabra respecto al Sínodo de los Obispos celebrado en Roma entre el 2 y el 23 de octubre de 2005 con la eucaristía como telón de fondo.
A pesar de que todo apunta a que en breve Benedicto XVI publicará un motu proprio (algo así como un decreto papal) para recuperar las misas en latín y suavizar las restricciones que desde el Concilio de Vaticano II acompañan a su celebración, en la Exhortación Apostólica Postsinodal Sacramentum Caritatis que ayer se dio a conocer el Papa ya deja claro su deseo en ese sentido. Así, en el documento el Pontífice hace un llamamiento a los futuros sacerdotes para que se preparen «a comprender y a celebrar la misa en latín» y a «utilizar los textos latinos y a seguir los cantos gregorianos».
Los fieles, por su parte, deben de ser «educados para conocer las oraciones más comunes en latín y para cantar en gregoriano ciertas partes de la liturgia». La reintroducción del latín serviría, según Benedicto XVI, para «expresar mejor la unidad y la universalidad de la Iglesia».
Además, en Sacramentum Caritatis el Papa se ratifica en que la praxis de la Iglesia es «no admitir» en los sacramentos a los divorciados que han contraído nuevo matrimonio. Y se corrobora asimismo en la defensa del celibato sacerdotal. «Es necesario reafirmar el sentido profundo del celibato sacerdotal, considerado con justicia una riqueza inestimable», sostiene.
Pero en su exhortación apostólica el Papa también hace un fuerte llamamiento a los políticos católicos para que defiendan sus ideas en el Parlamento, oponiéndose a la aprobación de leyes que van en contra de los principios de la Iglesia. A los «políticos y legisladores católicos conscientes de su importante responsabilidad social» Benedicto XVI les reclama que no apoyen legislaciones que van en contra de «la naturaleza humana» y que apoyen sin embargo «valores fundamentales» como el respeto a vida humana o la familia fundada sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer. «Valores que son innegociables», en palabras del Pontífice. Por otro lado, Benedicto XVI recibió ayer a Vladimir Putin, en la tercera visita que el presidente ruso realiza al Vaticano y la primera desde que Joseph Ratzinger se encuentra al frente del misma.
El encuentro entre Putin y el Papa fue cordial, discutiendo ambos dignatarios de la situación en Oriente Medio, sobre la necesidad de que Palestina tenga un Estado propio que respete a Israel y de la lucha contra el terrorismo.
Sin embargo, Putin se cuidó muy mucho de no invitar a Benedicto XVI a visitar Moscú, y eso que la posibilidad de un deshilo en las relaciones que mantiene la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa rusa que lidera el patriarca Alexio III parece cada vez más inminente.
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