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| Una buena conciencia no teme a ningún testigo (Séneca) |
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| Impresiones |
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| Nos cuentan que... |
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el Gobierno exigió el pasado viernes por la tarde que las vallas que el Ayuntamiento de Madrid había colocado para que los ciudadanos pudieran presenciar la inauguración del monumento del 11-M en Atocha se retiraran a más del doble de la distancia a la que las había colocado el Consistorio. Parece que la orden partió de personas cercanas a la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. Los servicios municipales que dirige el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, accedieron a los deseos del Gobierno, que adujo motivos de seguridad, pese a que en otras ocasiones Zapatero haya acudido a actos donde el público se situaba mucho más cerca. El Ayuntamiento había gastado muchos miles de euros en colocar unas pantallas que permitieran a los ciudadanos ver el acto, pero colocaron la vallas tan lejos que apenas se veían éstas. También provocó un pequeño incidente de protocolo el hecho de que en el acto se colocara a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, en el llamano corralito en el que estaba el resto de presidentes autonómicos, a pesar de que el acto se celebraba en su Autonomía. No es ésta la primera vez que, alegando una norma protocolaria, los servicios de Moncloa, con el apoyo de los de Zarzuela, impiden que Aguirre esté con el resto de autoridades en un acto que se celebra en la región que preside.
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