Miércoles, 14 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6296.
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EL ZOO DEL SIGLO XXI / KLAUS VOLKERT
El 'obrero fiel' de Volkswagen
El ex jefe sindical del grupo alemán es juzgado por haber aceptado sobornos, servicios de prostitutas y viajes por apoyar a la compañía
CARLOS ALVARO. Corresponsal

BERLIN.- Al igual que a Don Quijote resultaría difícil comprenderlo sin su inseparable Sancho Panza, o a Diego Rivera sin Frida Kahlo, sería imposible que Klaus Volkert, ex presidente de los comités de empresa de Volkswagen, hubiese alcanzado el grado de influencia del que disfrutó sin Peter Hartz, ex jefe de personal de la compañía, miembro del Partido Socialdemócrata y del sindicato IG Metall, amigo personal del ex canciller Gerhard Schröder y artífice de la última gran reforma laboral en Alemania, bautizada como Hartz IV.

Hasta 2005 ambos formaron el tándem más lucrativo y efectivo dentro de la multinacional, gracias a la liberalidad con la que metieron mano en las arcas de Volkswagen para doblegar voluntades, arañar apoyos, y pagar escandalosos viajes de placer, prostitutas de lujo, carísimas amantes y joyas...

Hartz, de 65 años, ya fue condenado en enero de este año a una multa de 575.000 euros, el equivalente a 360 jornadas de trabajo, y a una pena de dos años de libertad condicional por trato de favor y desfalco de grandes cantidades en beneficio propio. Salió bien librado.

Al sindicalista Volkert, en cambio, que se movía como pez en el agua tanto en las esferas de poder como entre la base proletaria, y era considerado uno de los hombres más poderosos de la compañía, podría costarle hasta los 10 años de cárcel. Diecisiete son los cargos de incitación al desfalco que se acumulan contra él en un sumario de 81 páginas.

Sobre el antiguo jefe de personal, Klaus-Joachim Gebauer, existen 40 acusaciones por desfalco y la condena podría llegar hasta los cinco años de cárcel.

Este último fue el empleado de Volkswagen que reconoció que él «pagaba las prostitutas» que Hartz contrataba para Volkert y luego las «cobraba de las dietas». «Él no tenía ni idea de lo que nos costaban aquellas prostitutas», declaró a Stern.

A Volkert, de 64 años, que hasta 2005 influyó tanto o más que un directivo en las decisiones de la empresa, no sólo se le pagaron prostitutas y viajes de placer a la India, Praga o Lisboa, sino que su amante brasileña, la veinteañera Sonia Borras, llegó a cobrar un sueldo y a recibir con regularidad preciados regalos en forma de joyas.

En las nóminas de Volkert, que ahora están en manos del juez de la Audiencia Provincial de Braunschweig, figura cómo el entonces jefe de los comités de empresa del grupo automovilístico alemán percibía prácticamente los mismos emolumentos que un directivo de la compañía. El magistrado deberá dilucidar si se lo exigió a Hartz -de quien las malas lenguas dicen que logró su puesto gracias al sindicalista- o, si como él mismo defiende, el entonces jefe de Recursos Humanos se lo pagó sin preguntar.

Se calcula que el ex jefe de los comités de empresa ha cobrado en total cerca de dos millones de euros sin justificar entre 1994 y 2005. En el juicio contra Hartz, éste confesó abiertamente que «compró» a Volkert porque había que tomar decisiones importantes que necesitaban la aprobación del sindicato, ineludible para poner en marcha iniciativas como la fabricación de nuevos modelos o las reducciones de personal.

Es decir, el polémico sistema llamado de cogestión, que permite a los delegados de los empleados ocupar la mitad de los puestos en los consejos de vigilancia de las grandes empresas y tener poder real en las principales decisiones.

En una de las escasas entrevistas que ha concedido Volkert tras verse forzado a abandonar su cargo al estallar el escándalo en 2005, aseguraba a Die Zeit que había «cometido muchos errores», para añadir a continuación: «Y estoy muy enfadado por ello».

Klaus Volkert, nacido en 1942 en un entorno humilde en la ciudad de Braunschweig (estado de Baja Sajonia), tras un breve periodo de formación ingresó en 1969 en Wolfsburgo, la central de Volkswagen como simple mecánico. Empezó entonces una meteórica carrera dentro del mundo sindical de la compañía, hasta alcanzar la punta más elevada de la pirámide.

Tan sólo un año después era elegido miembro del comité de empresa como representante del sindicato IG Metall. En 1978 ya era presidente de ese órgano. En 1986 fue elegido miembro de la comisión administradora de todas las legaciones sindicales, en 1990 alcanzó la presidencia de esa entidad y se incorporó como representante del comité de vigilancia, para dos años más tarde pasar a ser el miembro fundador y máximo representante de todos los comités de empresa europeos de Volkswagen. No acabaría ahí su ascenso. En 1996 se convertirá en la máxima autoridad sindical de la compañía a nivel mundial.

A día de hoy todos los implicados en los escándalos de la compañía de automoción alemana han abandonado sus filas. Pero no dejan de existir voces que denuncian que Ferdinand Piëch, entonces presidente de la empresa y cuya familia ha vuelto a retomar el control de la misma, debía estar al tanto de las corruptelas de su hombre de confianza, Peter Hartz, cuyo despacho se encontraba apenas a unos metros del suyo.

De hecho, en la misma entrevista de Die Zeit, Volkert no dudó en asegurar que «se podía confiar plenamente en Hartz y en Piëch».


LO DICHO Y HECHO

Gebauer (ex jefe de personal): «Hartz desconocía lo que nos costaban las prostitutas de Volkert»

1942: Nace en Brauschwieg (Baja Sajonia). 1969: Entra como mecánico en Volkswagen. 1970: Elegido miembro del comité de empresa en la fábrica de Wolfsburgo. 1990: Nombrado presidente de la comisión administradora sindical. Entra en el consejo de vigilancia de Volkswagen. 1992: Se convierte en máximo representante sindical del grupo en Europa. 2005: Abandona todos sus cargos tras estallar el escándalo.

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