Tres palabras, tres coreografías aunadas bajo un mismo nombre que hace referencia al lugar de origen de sus creadores; es decir, al de los sevillanos Antonio Canales y Fernando Romero y al de los madrileños Angel Rojas y Carlos Rodríguez. A ellos se suma el director de la compañía, José Antonio, que, a pesar de haber nacido en la capital, se siente muy ligado a la ciudad en la que reside desde hace 10 años, Sevilla.

Juntos han compuesto «una representación en la que hay puesta mucha ilusión y que tiene una gran calidad y equilibrio», como explica el director. Sus palabras esperan a ser refrendadas por el público madrileño, galardonado con su estreno absoluto. El espectáculo, que permanecerá hasta el próximo 25 de marzo en la Zarzuela, compaginará su gira nacional con la internacional, de modo que, además de visitar Japón, China y México, entre otros rincones del mundo, retornará a Madrid en verano.

Caprichos

La primera puesta en escena será la de Fernando Romero -asistente de dirección y maestro de flamenco del BNE-, Caprichos, a la que el bailarín ha dotado de «una visión personal y abstracta del flamenco», como explicaba él mismo, «alejándose de las nuevas vertientes pero sin abandonar, por completo, las tendencias contemporáneas».

Romero, enamorado confeso de la guitarra española, delegó en Juan Manuel Cañizares la tarea de componer la música de su obra a partir de «tres piezas de tres clásicos del flamenco: Sabicas, Ramón Montoya y Niño Ricardo». El bailarín eligió al catalán por considerarle el único capaz de «jugar» con los temas sin desvirtuarlos. En un momento de la escenificación, el sonido de la guitarra de Cañizares se superpone al de Montoya, en lo que puede considerarse un auténtico duelo de titanes y en lo que, sin duda, será uno de los momentos más singulares del espectáculo. Por otro lado, es Juan José Amador el encargado de poner voz a esta pieza «cargada de gran fuerza».

Dualia significa lo que sugiere: un baile de dos, en el que, sin embargo, participa casi toda la compañía. ¿Y eso cómo se hace? Juntando a Angél Rojas y Carlos Rodríguez, «los hijos pródigos», como los llama José Antonio, firman esta coreografía corale -las primera con la que participan en el BNE- con las que «se retoman estilos de danza que se están perdiendo», afirman refiriéndose al «español clásico» y a su estilo propio.

Los dos bailarines, cofundadores del Nuevo Ballet Español, han visto cumplido el sueño de trabajar con José Nieto, quien ha compuesto la música interpretada por la Orquesta de Cámara de Andrés Segovia, bajo la batuta de José Eusebio. Sin embargo, ésta no será escuchada en directo durante la representanción; será a través de una grabación como la escuche el público asistente, debido a problemas de disponibilidad de la orquesta y a que Nieto no estaba dispuesto a que la composición «perdiera fuerza» por circunstancias atenuantes.

Tras un breve descanso, llegará, de la mano de Antonio Canales, el tercer acto, Cambalache. «El flamenco es un cambalache, una ruta de intercambio que pasa por el Mediterráneo y que está marcada por el mestizaje», explicaba Canales. El bailaor recibió el encargo de realizar una coreografía «sin argumento» pero no «una suite al uso», sino una composición en la que se viera reflejado su particular «sello flamenco». En la que es la sexta coreografía que Canales diseña para el BNE -y en la que él mismo hace las veces de artista invitado-, cobra especial relevancia el vestuario en el que los colores vivos y los bordados son los protagonistas y que corre a cargo de Yvonne Blake (ganadora de un Oscar y cuatro Goyas).

De esta manera, se configura un programa plagado de coreografías con nombres y caracteres propios, en los que cada pieza embullirá a la audiencia en un mundo «intenso y sentido».

«Lo que el Ballet Nacional de España de Jose Antonio tiene, que no siempre ha tenido, es rigor», afirmó contudente José Nieto. «Sin menospreciar la labor hecha en etapas anteriores, en las que ha habido cosas buenas y otras menos buenas, lo que yo intento es no repetir estas últimas», añadió el director de la compañía.

Con este fin se incorporaron, el pasado mes de septiembre, 12 nuevos bailarines, con los que ha sido necesario trabajar mucho para que existiera «una coherencia con el resto de los bailarines».

«Nos pueden acusar de muchas cosas, pero de no trabajar, no. Si no he llamado antes a los coreógrafos ha sido porque no he tenido tiempo. Yo no puedo llamar a nadie para que trabaje en unas situaciones incómodas. Había que poder brindarles el material artístico necesario para que no estuviesen coartados de ninguna manera». Juan Antonio respondía así a quienes habían comentado que «no se oía hablar» del Ballet Nacional. «Si se pueden hacer las cosas de otro modo, que me lo digan», sentenció.

Angel Rojas rompió una lanza a su favor puntualizando que la gestión de José Antonio era «limpia y coherente», diferenciándola así de otros organismos públicos.