CHUAN ORUS
Una de las cuestiones más llamativas en el mundo del esquí español es la disparidad que existe entre el número de practicantes y los resultados deportivos. Parece que un abismo mediara entre el esquí como hábito social y el esquí como práctica deportiva. Por el número de forfaits/día que registran las estaciones en un año y siendo nuestro país una potencia en diferentes modalidades deportivas, tendríamos que tener un rimero de esquiadores peleando por los primeros puestos de cualquier competición, como ocurre en otros deportes. Y no es así. Esta semana se celebran las finales de la Copa del Mundo en Lenzerheide (Suiza), y sólo acude una representante: Carolina Ruiz Castillo. La semana pasada terminaron los Campeonatos del Mundo juniors y sólo Leire Morláns quedó entre las 30 primeras en Supergigante. Escaso bagaje para un país en la élite del deporte y con dos millones de esquiadores.
En el esquí sigue pasando lo que hace años ocurría en el tenis o en el motociclismo: de vez en cuando surgía una figura por generación espontánea, más debido a la valía personal que a la programación efectiva y a la selección natural entre una pléyade de atletas. Tales han sido los casos de Blanca Fernández Ochoa o María José Rienda. Como lo fue hace 35 años la salida a escena de Paquito. En menos de tres décadas España ha pasado del subdesarrollo deportivo a la élite. En esquí, no.
Para que un país triunfe en una modalidad deportiva hace falta masa crítica y programación deportiva. La primera es cuestión social, la segunda, federativa. La política de las federaciones en los últimos 30 años han sido un desastre, con alguna excepción. Hace cuatro años llegó Eduardo Roldán a la presidencia de la federación. Discípulo de Kruckenhauser, uno de los padres del esquí moderno, tiene conocimiento y experiencia para cambiar la tendencia. Posiblemente se ha perdido una generación, pero hay futuro. Anoten tres nombres: Inda Garín y Laura Jardí, las dos nacidas en 1992, y Alex Puente, de 1994, recientes campeones infantiles de España. Aplaudamos a sus padres y a clubes como CAEI, CEVA y CEJE para que no cejen en el empeño. E insistamos a la federación para que haga realidad su futuro.
|