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| Las falsedades no sólo se oponen a la verdad, sino que a menudo se contradicen entre sí (Voltaire) |
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| LA GRADA DE LOS LEONES |
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| Han despertado a la fiera |
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Por RAUL DEL POZO
«Nosotros no somos tramposos. Los tramposos están en esa bancada», dijo Zaplana a las nueve menos cuarto después de cinco horas de debate. Antes, a las cuatro, los leones roncaban, los diputados se quedaron sopas, los periodistas cocidos y hasta la malvada Carmen Rigalt se durmió en el sillón en la sombra dorada del estuco isabelino. El debate de Europa es siempre un coñazo y Carmen Calamidad, mi compañera de buganvillas, la de la prosa sádica, fue a presenciar la gresca en vivo y se quedó sobeta junto a la mesa de madera y ágata. Mariano Rajoy, que preside un partido de calle y de tribuna, aprovechó la ocasión para plantear lo que según él más preocupa a los españoles: De Juana. Primero saludó desde el tercio del Hemiciclo a su claque y después exigió un debate monográfico sobre el caso del preso de ETA, 24 horas después de que el Parlamento vibrara en un tumultuoso preludio con el debate entre Alfredo Pérez Rubalcaba, tercer león de las Cortes, el político más capaz de Zapatero en el papel de estadista, y Eduardo Zaplana, brillante orador y primer lancero de Rajoy. Mariano, ayer en un discurso despiadado, volvió a aplicar el tormento al Gobierno con ETA. Así va a girar la política en los próximos meses: ETA, Navarra y las listas de HB. Rajoy no va a hostigar a Zapatero hasta la moción de censura, pero va a provocar sucesivos minidebates de fiscalización y rechazo. Ayer le acusó de aceptar chantajes, de atender más a Batasuna que al PP, de ponerse en contra de la sociedad. Zapatero, que llevará el proceso de paz hasta sus últimas consecuencias aunque la derecha le bambolee, le contestó: «Este Gobierno no se somete al chantaje ni al montaje. No se achanta ante el montaje del PP».
«Detrás de ese PP no hay más de 140 escaños», me comenta un portavoz de Moncloa. Un ministro de Zapatero me dice: «Con ese PP intolerante obtendremos un resultado histórico en las comunidades periféricas». En Moncloa están contentos porque han enviado a agrimensores a medir las calles y no les salen dos millones y además se consuelan al saber que la audiencia de Antena 3 bajó cuatro puntos cuando se fue Matías y llegó Mariano.
Las fuerzas del PP han decidido que Navarra sea la nueva frontera. ¿Se va a adelantar San Fermín? Navarra suena fuerte, a Montejurra, a Navas de Tolosa. «Han despertado a una fiera», me explica un pamplonica. Coincidirán las protestas en fecha y hora con los abertzales; el discurso de oro y gules de la derecha se enfrentará en campo abierto con el hacha y la víbora. Las huestes de Mariano Rajoy quieren romper las cadenas de Zapatero Miramolín no con una espada, sino con una protesta. Otegi profetizó: «Navarra o nada». La derecha exige a Zapatero que jure ante la nueva Santa Gadea: «Nada».
Están despertando a la fiera, se oyen las pisadas de Zumalacárregui. Van a ir a la manifestación todos los resistentes al nacionalismo del País Vasco, los patriotas de la navarrería, los ofendidos. El Gobierno insiste en que Navarra no será sino lo que decida Navarra. Un aire violento empieza a huracanarse en las montañas de las tres vacas, el último reino de la monarquía española. Un reduccionismo político como degeneración de aquel plurilingüismo medieval (castellano, occitano, francés, mozárabe, árabe y hebreo y el vascuence) se azoga después de la euskaldunización que se impartió en las ikastolas.
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