J. M. V.
MADRID.-
El presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ha pedido disculpas «a todo aquel ciudadano que haya podido sentirse dolido o molesto» con la publicación, por parte de la Editora Regional de Extremeña (ERE), de dos libros que contienen fotos con imágenes «pornográficas» de Jesucristo y otras figuras del cristianismo. Por su parte, los obispos extremeños pusieron el grito en el cielo, tacharon las imágenes de «insultantes y blasfemas» y aseguraron que atentan contra «la pacífica convivencia social».
En un comunicado remitido por el Ejecutivo regional, Ibarra indica que no se pagó con dinero público la exposición y el trabajo fotográfico, sino el catálogo de dicha exposición. Reconoce también que parte de los contenidos de la exposición que recoge el catálogo la colgó una galería privada en la ciudad de Cáceres, en la iglesia de la Preciosa Sangre, en el año 2003.
El presidente extremeño recuerda que este hecho provocó la queja de Ciriaco Benavente, entonces obispo de Coria-Cáceres, «no tanto por el contenido de las fotografías, sino por el sitio donde se exponían». Ibarra añade que tanto Benavente como el arzobispo de Mérida-Badajoz, Antonio Montero, recibieron las disculpas de la Junta de Extremadura y las suyas, «dándose por satisfechos con esas disculpas ante el error del que me responsabilicé personalmente».
«Error del que sigo responsabilizándome, y de igual modo que me disculpé ante la jerarquía de la Iglesia católica extremeña, disculpas que aceptaron y ratifican en el día de hoy, me disculpo igualmente ante todo aquel ciudadano que haya podido sentirse dolido o molesto por aquel error de 2003», señala la nota de Ibarra.
Rechazo de los obispos
A pesar de aceptar las disculpas del presidente de la Junta de Extremadura, el arzobispo de Mérida-Badajoz, Santiago García Aracil, y el obispo de Plasencia, Amadeo Rodríguez Magro, condenaron las «imágenes pornográficas y blasfemas» e invitan a sus fieles a manifestar su «dolorida repulsa» por ellas, pero siempre «de modo evangélico».
Para monseñor Aracil, las fotos «hieren profunda y gravemente los sentimientos religiosos de los cristianos, ofenden las realidades fundamentales de la fe y conculcan el derecho a la libertad religiosa», así como atentan contra una «pacífica convivencia social».
El arzobispo de Mérida-Badajoz lamentó que los dos catálogos con las imágenes del fotógrafo Montoya hayan contado «con la ayuda del erario público» y manifestó su «radical disgusto por este hecho difícilmente excusable».
En parecidos términos se expresó el obispo de Plasencia, para el que las imágenes representan «una ofensa a las realidades más queridas y sagradas de nuestra religión». Una ofensa que, a su juicio, «no hace sólo el autor de las imágenes, sino también quienes las promueven, quienes las muestran e, incluso, quienes las utilizan por razones ajenas a la fe».
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