Inmaculada Echevarría, la mujer de 51 años que padecía distrofia muscular progresiva, vio ayer cumplido su deseo de que le retirasen el respirador que la mantenía con vida y falleció a las 21.00 horas en el Hospital de San Juan de Dios, del Servicio Andaluz de Salud, a donde había sido trasladada por la mañana.
Antes de desconectarla de la unidad de ventilación mecánica que la mantenía «artificialmente con vida», el equipo asistencial que la atendía adoptó las medidas necesarias para que no sufriese «ningún dolor», según informó la Delegación Provincial de Salud.
Echevarría había sido trasladada del Hospital San Rafael de Granada, donde había estado los 10 últimos años y gestionado por una orden religiosa, la de San Juan de Dios, dependiente del Servicio Andaluz de Salud (SAS).
Echevarría padecía una distrofia muscular progresiva que la había dejado tetrapléjica y la mantuvo 30 años postrada en cama. Desde el pasado 24 de febrero, tenía la autorización del Comité Ético de la Junta de Andalucía y del Consejo Consultivo Andaluz para que se cumpliera su petición, que se encuadra en un caso de limitación de esfuerzo terapéutico.
El SAS garantizó ayer «el cumplimiento de la petición de la paciente», que continuó siendo atendida por el mismo equipo médico asistencial que la venía tratando en la Unidad Funcional de Ventilación Mecánica del Hospital San Rafael.
La Delegación Provincial de Salud justificó el traslado al área de Cuidados Básicos del Hospital San Juan de Dios, en un edificio anexo al Hospital San Rafael, por la necesidad de «evitar molestias innecesarias a la paciente».
Respeto al enfermo
Ante la petición de Echevarría, la dirección de este centro había informado de que «aceptaba» la interrupción de un tratamiento, «respetando el principio de autonomía del enfermo y el documento de voluntades anticipadas, si así lo quiere y lo expresa el paciente, debidamente informado y comprendiendo las consecuencias de su opción».
La dirección añadía que el médico tiene la obligación de mitigar un sufrimiento, «aunque como consecuencia de este tratamiento pueda acelerarse la muerte del enfermo», y que sus integrantes son conscientes de que no todos los tratamientos que prolongan la vida biológica «resultan humanamente beneficiosos para el paciente».
Tras conocer la noticia de su fallecimiento, la Asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) dijo que el caso de Inmaculada Echevarría «abre la puerta a otros enfermos que quieran exigir sus derechos dentro de los límites que marca la ley».
César Caballero, portavoz de la organización, señaló que este caso «en nada obstaculiza» a todos aquellos pacientes que afronten enfermedades límites y «que quieran seguir viviendo», a los que, subrayó, «habrá que apoyar con todas las medidas sanitarias y sociales existentes», según informa Efe.