Jueves, 15 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6297.
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Las falsedades no sólo se oponen a la verdad, sino que a menudo se contradicen entre sí (Voltaire)
 MADRID
AQUI / NO HAY PLAYA
El que no se arriesga no cruza la mar
Javier Lorenzo

¿Qué está pasando con la candidatura olímpica Madrid 2016? ¿Tenemos que esperar los madrileños a que el alcalde dé el pistoletazo de salida para dar rienda suelta a nuestro entusiasmo? ¿No quieren acaso que nos emocionemos, que palpitemos con esta nueva ilusión? Ah, ya. Que ganó Londres 2012. Que nos llevamos un chasco. Que la desilusión fue tremenda. Pue sí, ¿y qué? ¿Es eso motivo suficiente para andar como almas en pena? ¿Para que todo cuanto envuelve a la candidatura tenga un perfil tan disimulado, tan tristón? Como si no estuviéramos acostumbrados en esta ciudad a superar adversidades con una sonrisa.

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Ya ha llegado el primer sioux del COI (con todos los respetos, eso de Comité Internacional Olímpico no es castellano), con esa sempiterna y melíflua sonrisa que parece que la traen así de fábrica. Este primer explorador sólo tiene una misión: ser simpático. Restañar las heridas causadas por el desplante anterior. Asegurar que la ciudad tiene grandes posibilidades y que es, incluso, una de las mejores situadas. Bendecir con rotundos movimientos de cabeza los planes, proyectos y realidades que se le ponen ante los ojos. Y por supuesto, zampar. Dejarse agasajar a troche y moche, consciente de que es como una princesa soltera por la que suspiran todos los príncipes del orbe. Es la otra cara de una moneda en la que el reverso son discusiones a cara de perro, tráfico de influencias despiadado y puñaladas traperas. Todo eso que en el último momento hace que a un imbécil -aunque tal vez no tanto, habría que investigar sus bienes- se le olvide poner un nombre y casualmente, lo que son las cosas, ponga otro. Un despiste lo tiene cualquiera, ¿no?

Ajenos a estos tejemanejes y politiqueos, los madrileños tenemos derecho a sentirnos una vez más ilusionados. Una vez que ya se ha decidido entrar en la carrera hay que hacerlo como si fuera la primera vez. Obviamente, evitando los triunfalismos absurdos y las declaraciones altisonantes. Ya nos debe de dar igual si esta apuesta se hace en función de los intereses cuasi personales del alcalde. Si resulta o no conveniente lanzar una candidatura europea justo después de que haya vencido otra. Preparados, estamos -por la cuenta que nos tiene, después de todos los costurones que ha sufrido la ciudad-. Merecerlo, nos lo merecemos. Sólo el espíritu parece que nos flaquea. Así pues, ¿por qué no empezar desde ya con algunas actividades populares que vayan calentando motores? ¿Por qué no una declaración institucional que eleve nuestros ánimos y nuestras expectativas? Sí, existe la posibilidad de convertirse en una nueva Estambul, novia tantas veces despechada, pero hay que intentarlo. Como diría Alvaro de Bazán, nuestro almirante, el que no se arriesga no cruza la mar. ¡Arriba los corazones, pardiez!

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