Jueves, 15 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6297.
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Las falsedades no sólo se oponen a la verdad, sino que a menudo se contradicen entre sí (Voltaire)
 MADRID
Sexo en Madrid
Una elección arriesgada
SILVIA GRIJALBA

Cuando alguien le decía que era un neurótico y un hipocondriaco, Bruno hacía como que estaba de acuerdo y aparentaba una cierta desolación del tipo «no me juzgues, bastante tengo con lo que tengo», pero en su interior pensaba que los demás eran unos kamikazes, simplemente, se preocupaba de su salud y tomaba medidas de precaución. Cualquier detalle le servía, además, para confirmar que lo suyo era normal. Por ejemplo, en su último viaje a Estados Unidos, había descubierto que en los supermercados se vendían unas vitaminas específicas para el peligro de contagio de virus en los aviones. Estaba claro, el aire no se renovaba en los viajes largos, así que si el señor del asiento 16 A tenía gripe, al final todos los que estuvieran con las defensas bajas terminarían contagiándose. Pues bien, aquellas vitaminas pensadas para «viajes en avión, oficinas, colegios»... que aumentaban el sistema autoinmune y evitaban contagios, le daban la razón: sus temores estaban fundados.

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Su hipocondría y su carácter obsesivo siempre le habían traído problemas. Pero últimamente el asunto era bastante grave. Su novia, que aceptaba con resignación esas excentricidades que le llevaban a ir con mascarilla en los aviones, limpiar con lejía los retretes y las duchas de los hoteles (de cinco estrellas, no pensiones de mala muerte) donde iban de vacaciones o a dejar de quedar con ella si estaba resfriada, le había confesado que una de sus prácticas sexuales favoritas era la penetración anal. Bruno, como era costumbre en él, empezó a darle vueltas al asunto. En abstracto a él también le parecía atractivo, pero nunca se lo había planteado. Se le ocurrían al menos un millón de enfermedades que podían contagiarse por esa vía, incluso usando preservativo, y además, aparte de todo, le daba bastante asco, no podía abstraerse de ese tabú. Pero claro, si Margarita le había dicho que ésa era una de sus prácticas sexuales favoritas, quería decir que ya lo había hecho, que seguramente era lo que más a menudo hacía con el imbécil de su ex novio. Aquello le ponía de los nervios, él no quería ser menos que su ex... Una noche, mientras conciliaba el sueño, tenía puesta Telemadrid y, de fondo, Territorio Comanche. Oyó a un chico que tenía dudas parecidas a las suyas respecto al sexo anal y Valerie Tassó (la sexóloga del programa) le respondía que no se preocupara, que «en la boca había muchas más bacterias que en el ano», que si estaba limpio era una zona de lo más aséptica. Aquello le desveló, entró en Internet, y descubrió que algunas páginas web daban la razón a Valerie. La noche, después de regalarle a Margarita unas toallitas para limpiarse antibacterianas y una lavativa, probó esa nueva práctica sexual y tuvo que reconocer que no estaba mal. Eso sí, a partir de entonces no ha vuelto a besar en la boca a su novia.

silviagrijalba@mixmail.com

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