Carta de un preso común sobre De Juana
Sr. Director:
Ante lo calentito que está el panorama político por la prisión atenuada del señor De Juana Chaos -y perdón por lo de señor, porque ese calificativo es para las personas, no para los animales- creo que, como preso común, tengo derecho a ser oído. Vamos a ver: ¿qué va a pasar ahora si empiezan los presos comunes a hacer huelgas de hambre? ¿Van a tener la misma apertura de mano que con ese asesino? Pues mucho me temo que no, ¿sabe usted por qué? Porque los presos comunes no ponemos bombas ni mandamos ponerlas.
Se muere un preso común por una huelga de hambre, pues nada, uno menos y una plaza libre; los medios de comunicación no se preocupan de nosotros, sólo somos números, y le digo algo señor director, si se hiciese una inspección de los centros penitenciarios y su metodología de tratamiento temblarían los cimientos del Estado.
Centro Penitenciario de Herrera de la Mancha. Manzanares (Ciudad Real).
José Manuel Scharff López.
Un monumento a las víctimas de ETA
Sr. Director:
Vivo en Madrid y por curiosidad me acerqué a la estación de Atocha para ver el recién inaugurado monumento a las víctimas del 11-M. Aunque no me gustó, es muy razonable rendir homenaje a los inocentes que murieron hace tres años. A la vez he echado en falta un gran monumento en Madrid en memoria de todos los asesinados por ETA. Las víctimas del terrorismo son verdaderos héroes de nuestra democracia y mártires de la Constitución. Cualquiera de los casi un millar de asesinados podríamos haber sido uno de nosotros. Sencillamente tuvimos la suerte de no haber estado allí.
Madrid.
Sergio Arribas.
El drama de los enfermos de ELA
Sr. Director:
Soy un paciente con ELA (esclerosis lateral amiotrófica). Como otras personas en España padezco esta cruel enfermedad, de proceso degenerativo, que provoca la muerte de las motoneuronas, lo que impide que puedan transmitir instrucciones de movimiento. La pervivencia media desde el diagnóstico es de tres a cinco años.
Hace cuatro años, a los enfermos de ELA, cuyas necesidades y tratamientos han sido siempre aplazados por imposibilidad de encajarlos en el sistema, nos alimentaron con una gran dosis de esperanza: se promoverá una ley para personas discapacitadas donde se cubrirán todas las necesidades que permitan mejorar la calidad de vida. Esta ley fue aprobada el 14 de diciembre del pasado año, el día 1 de enero entró en vigor y estamos a mediados de marzo y siguen discutiendo el cómo, el cuándo, el porqué, ¿Contempla nuestro tratamiento? Y va pasando el tiempo. Lamentablemente, somos tan pocos y nos morimos tan pronto que hemos podido volver a caer en el olvido. Por eso a veces me pregunto ¿por qué en vez de llamarme discapacitado o persona dependiente no me llaman «homínido ibérico» en peligro inminente de extinción (ya que moriré pronto)? Y así hasta que llega ese momento, ya podría vivir con la misma dignidad que aquellos amigos con quienes los poderes públicos comprometen su solidaridad: el lince, el oso, la cabra hispánica... porque para ellos ya hay un apartado en los Presupuestos del Estado.
¿Qué sería más favorable, que me llamen enfermo o discapacitado? ¿A quién debo convencer de que mi inmovilidad, respirador, sonda naso-gástrica de alimentación, necesidad de cuidadores... es ajena a mi voluntad? Señores gobernantes, como yo, algunas personas tienen este problema y ustedes no cuentan nunca con el tiempo: simplemente no podemos esperar, porque nos morimos.
Valencia.
Emilio Ferreres.
Desaparecen las pruebas de un accidente
Sr. Director:
El sábado 3 de marzo mi primo Goyo, de 38 años, venía de disfrutar de la mascletà de Valencia con su mujer, en su moto. Tenía auténtica afición por la moto. No hace un año que se casó muy enamorado de Ceci, una mujer encantadora de sólo 29 años, que ahora llora malherida su ausencia para siempre. Mi primo era de Madrid pero amaba Valencia y Canet d'En Berenguer, donde vivía. Ese sábado, alrededor de las cuatro de la tarde, el azar hizo que en su vida se cruzaran cuatro indeseables que, con un coche robado, les atropellaron cuando iban por la autovía A-23. Quizás para mucha gente éste sea un suceso más, pero para toda la familia ha sido una tragedia.
Exijo a las autoridades que esta muerte se resuelva, denuncio desde aquí que ha habido dejadez en la custodia de pruebas. El coche que les atropelló fue encontrado en Sagunto y llevado al depósito municipal para la investigación, pero pocas horas después apareció quemado. Creo que estos individuos han de ser juzgados por esta muerte, pero alguien tiene la responsabilidad de que la única prueba que había para encontrar a los responsables ahora no exista. ¿Hay muertos de segunda? Su familia desea que esto no quede en el olvido de algún juzgado, archivado para siempre. Goyo no se lo merece.
Pozuelo de Alarcón (Madrid).
Isabel López.
Fe de errores
En la edición del martes recogíamos una información de agencia según la cual sólo habían asistido al juicio del 11-M víctimas de la asociación que preside Pilar Manjón. Sin embargo, en la vista también estuvieron presentes varios voluntarios de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT).