La vida de Roman Abramovich puede parecer hoy envidiable. Tiene 40 años y atesora una de las mayores fortunas del planeta. Se habla de 11.000 millones de libras, algo así como 16.000 millones de euros. En el haber, un yate de 300 millones de euros, dos aviones Boeing -un 737 y un 767-, una mansión en el lujoso barrio londinense de Belgravia -valorada en 45 millones de euros-, una residencia de fin de semana al sur de la capital británica, una villa en Saint-Tropez... Y un equipo de fútbol molón y campeón, el Chelsea. En el debe, una infancia en soledad, en un orfanato de su Rusia natal, después de que su madre muriera tras un aborto y su padre pereciera en un accidente de tráfico.
Como otros muchos jóvenes de la antigua Unión Soviética, este chico aprovechó las aperturas de Mijail Gorbachov para meterse en negocios privados. Petróleo y aluminio. Así fue, cuando llegó el momento, como empezó a montar pequeñas empresas que poco a poco convirtió en un imperio.
Abramovich es reservado, apenas se relaciona con los medios. En diciembre pasado concedió su primera entrevista en tres años. Triste. Lo que decía era triste. A uno de los hombres más ricos del mundo -la decimosexta fortuna más importante- le preguntaban eso tan tópico pero a la vez tan duro de si el dinero puede comprar la felicidad. Su respuesta fue precisa: «El dinero no compra la felicidad. Cierta independencia, quizá».
Abramovich ya se divorció de su primera mujer, Olga, cuando conoció a Irina Malandina, una hermosa azafata de Aeroflot con la que se casó en octubre de 1991 y con la que ha tenido cinco hijos y una vida de lujo entre el Reino Unido y Rusia. Olga, por cierto, nunca recibió un rublo en compensación por la separación. Eran otros tiempos y Roman apenas despuntaba en los negocios.
El verano pasado los Abramovich ya estaban aparentemente distanciados. Los rumores de divorcio empezaron a recorrer Londres, la ciudad favorita del magnate junto a Nueva York. Roman, que en junio de 2003 compró el Chelsea por 210 millones de euros y que quizá así se convirtió en famoso de las revistas del corazón y los tabloides, negó cualquier crisis.
Por entonces se contaba que al magnate lo habían visto en compañía de una deslumbrante modelo rusa de 24 años llamada Daria Zhukova. Él dijo que sólo eran buenos amigos, pero The Sun sostenía ayer mismo que la semana pasada la pareja se encontró en París. Sus primeros (y presuntos) escarceos amorosos con Daria habrían coincidido en el tiempo con las visitas de Irina a las oficinas de Sears Tooth.
Se trata del despacho de abogados donde trabaja Nicholas Mostyn, el más duro de los picapleitos divorcistas que en el mundo han sido. Un cóctel explosivo para los tabloides, que en octubre de 2006, encabezados por el News of the World, empezaron a hablar de ruptura entre el magnate y la antigua azafata. Abramovich reconoció ayer, tras meses de especulaciones, que su matrimonio ha terminado. La gran pregunta ahora es ¿cuánto le ha costado la ruptura?
El cálculo es el siguiente: de los 11.000 millones de libras que tiene el dueño del Chelsea, a Irina, con la que ha estado casado 16 años, le corresponderían 5.000, unos 7.000 millones de euros. Es difícil averiguar si es o no cierto, porque el ya ex matrimonio ha firmado un acuerdo secreto y pide que lo dejen en paz.
Roman e Irina se han divorciado en Rusia. Es más barato. Para él. Las leyes británicas son más favorables a las mujeres. En el comunicado oficial, una guinda de esas para la historia de lo grotesco: «Los negocios del señor Abramovich, incluido el Chelsea, no están afectados por este proceso». Menos mal. El club emitió ayer también una nota dejando claro que todo está bajo control. Si las cuentas son correctas, sólo le quedarán en el banco 6.000 millones de euros. Es dinero, y como ha dicho el amo y señor del Chelsea, con eso se compra independencia, no la felicidad. Él ha comprado la suya, y quizá ahora se deje ver en el palco de Stamford Bridge, el estadio de su equipo, con Daria. Y feliz.
LO DICHO Y HECHO
«El dinero no compra la felicidad. Cierta independencia, quizá»
1966: Nace el 21 de octubre en Saratov, Rusia. Su infancia transcurrió en un orfanato. 1988: Empieza, tras las aperturas de Gorbachov, a trabajar en el sector privado. 1991: Se casa, por segunda vez, con Irina, una azafata de Aeroflot, con la que tiene cinco hijos. 1992-95: Funda cinco compañías. 2003: Compra el Chelsea. 2006: Rumores de divorcio. 2007: Se anuncia su acuerdo de separación, que puede ser el más caro de la historia.