Viernes, 16 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6298.
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Subasta de libros sin editor
Por los libros también se puja. Los editores 'juegan' a apostar vía e-mail cuando más de uno de ellos se interesa especialmente por un título. Las mejores ofertas no son sólo económicas: se promete un plan de márketing y hasta un hotel para el autor, que, dicen, siempre tiene la última palabra sobre la puja
LAURA FERNANDEZ

Como si de un par de zapatos de Marilyn Monroe se tratara, el libro que busca editor a veces se subasta. Ocurre siempre que el agente o el editor extranjero quiere dar un voltantazo a la carrera de un autor y cuando más de un editor se interesa por una golosa primera novela internacional con pedigrí. Los derechos están en el aire y se ofrecen al mejor postor. La rueda empieza a girar y no siempre se detiene tras una primera ronda. Puede necesitar hasta de tres. El suplicio puede durar incluso dos semanas para el editor. Pero no acostumbra a pasar de los tres días. O eso dicen los que saben de subastas.

Teresa Vilarruba, de la agencia literaria Mónica Martín, dice que puede pasar de todo. Consigues un buen título (en concreto, la agencia, que representa a su vez a otras agencias y editoriales de fuera, consigue un buen título) y envías el libro a los sellos que consideras que pueden sintonizar con él y al poco empiezan a llegar las ofertas. «Y puede pasar que de repente un editor te haga blind offer (eso quiere decir que ni siquiera se ha leído el libro, ha oído hablar de él y decide lanzar una oferta sin echarle un vistazo) o al contrario, que haya muchos interesados y se tenga que montar una subasta», explica Teresa. Sí, una subasta, como en las películas, pero vía e-mail.

«No, no, no es que vayamos a un lugar y levantemos la mano, no.Tú estás en tu despacho, acabas de leer un libro que te gusta y le has enviado una oferta a su agente y él te ha dicho que hay otros editores interesados y que se convoca una primera ronda de ofertas. Tú no sabes cuánto ofrecen los demás, sólo que, cuando alguien se distancia de la mayoría, el agente te dice que hagas tu best-offer (la mejor oferta), que no sólo es económica», cuenta Eugènia Broggi, editora de Empúries.

«Se tienen en cuenta varios factores: la traducción, la política de autor, la promoción que prometa el sello... Y es la persona que tiene los derechos quien decide si busca una aventura de una noche o una pareja de hecho», dice Carmen Corral, responsable de adquisiciones de Tusquets. Así pues, la subasta no es propiamente como la de Sotheby's pero sin obras de arte, como dice Carmen, pero sí. «Se fija un día y una hora en la que se recogen las ofertas. A continuación se informa a los pujadores de la cantidad alcanzada y se inicia una segunda ronda. A veces puede haber incluso una tercera, pero lo habitual es llegar al tercer round con la oferta engalanada, es decir, acompañada, por ejemplo, de planes de márketing. Se le presentan al autor los resultados obtenidos y él decide qué oferta acepta», explica Carmen.

«Conforme aumenta la oferta de la que parte la subasta, dejan más tiempo para que hagamos números», cuenta Sigrid Kraus, directora editorial de Salamandra, conocida entre las agentes literarias barcelonesas porque «cuando se enamora de un libro, va a por él hasta que ya no puede más», según Teresa Vilarrubla. Le ocurrió con Arundhati Roy cuando leyó la novela El Dios de las pequeñas cosas. «Me pasé luego días sin poder leer. Piensas: 'Nunca más voy a leer un libro como éste'. Y cuando no puedes comprar, porque la oferta se dispara, es muy duro», dice. «Sufres mucho. Miras el e-mail cada minuto», añade.

No sufrió nada, en cambio, cuando compró los derechos de Harry Potter, de J.K. Rowling. De hecho, creía que se estaban gastando demasiado para un libro juvenil. «En comparación con lo que hemos ganado con él, fue una miseria. Pero debo admitir que yo no lo tenía nada claro. Pedro (del Carril, el otro responsable de Salamandra) sí y gracias a él Harry Potter es nuestro», dice. De haber llegado antes las noticias sobre el éxito del niño mago de Rowling, cualquier conglomerado editorial se podría haber interesado por las siete novelas «y no hubiésemos tenido nada que hacer». «Cuando entra en juego un grupo que tiene revistas o canales de televisión, las editoriales independientes no tenemos nada que hacer. Prometen todo lo que pueden», dice Sigrid.

Las apuestas se hacen a veces por teléfono. Se habla de miles de euros con una facilidad pasmosa. «Pueden empezar en 5.000 euros y la segunda oferta ya ser de 10.000, porque prefieren evitar la subasta», cuenta Teresa. Mientras, el autor, en casa, espera una llamada con el resultado.


Autores en venta

Como no podía ser de otra manera, las anécdotas relacionadas con subastas literarias empiezan con el capítulo Dan Brown. El autor de El código Da Vinci superó todas las expectativas cuando hizo llegar su segunda novela a España. Muchas editoriales se interesaron por el título, pero la que acabó quedándoselo ofreció una oferta tan alta por él, que la subasta se cerró sin discusión.«Igualmente, siempre es el autor quien tiene la última palabra», dice la agente literaria Teresa Vilarrubla.

En este sentido, Eugènia Broggi, editora de Empúries, recuerda, por ejemplo, que la agente de Haruki Murakami le pedía «mucho dinero» por publicar Tokyo blues en catalán, puesto que su anterior libro no se había vendido lo suficiente y «no resultaba rentable», según la agente. Entonces Eugènia le escribió una carta a Murakami, en la que le ponía al día de la situación del catalán, le insistía sobre lo necesario que era que su obra se conociera en esta lengua y le relataba las limitaciones de una editorial como la suya y demás. «Les ofrecía muy poco dinero y me dijo que sí. Leyó la carta y me dijo que sí. Es importante para el autor también que su editor muestre una implicación con su obra y piense en él como en algo más que un número», dice la editora de Empúries.

Algo parecido le ocurrió a Sigrid, de Salamandra, con Zadie Smith.«Confía mucho en nosotros y prima el trato que le damos y la manera en que trabajamos con su obra por encima del dinero. A estas alturas ya está por encima de todo eso», dice Sigrid.

Cuando un autor cambia de editorial, antes ha tenido que salir a subasta.

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