Viernes, 16 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6298.
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TEATRO
La generación del '¿y qué?'
Son jóvenes, con talento y están suficientemente preparados para subir a cualquier escenario (aunque en el TNC no les quieran).Para ellos todo es relativo y del absurdo se pueden extraer conclusiones existenciales. Llenos de entusiasmo, se enfrentan a los mundos reales e imaginarios
VANESSA GRAELL

Están convencidos de que no pisarán nunca el escenario de ese elegante edificio blanco de estilo neoclásico que imita un templo griego. Para cruzar el umbral de columnas dóricas y la fachada acristalada del Teatre Nacional de Catalunya (TNC) «tendrían que pasar muchas cosas, como otra guerra civil o una mundial», señala David Verdaguer, uno de los miembros de la compañía elnacionalNOensvol.

Tan sólo tenían 18 años cuando enviaron al TNC su primer proyecto teatral, Estercolàcies I i II. El Nacional rechazó educada y cordialmente su obra: en su oficina cuelga enmarcada de la pared la carta que les remitió el entonces director, Domènec Reixach.Lo guardan como un documento histórico; al fin y al cabo, eso es lo que daría nombre a su compañía. David Verdaguer, Albert Prat y Sergi Vallès tienen mucho en común: nacieron en 1983 («Ningún acontecimiento importante ocurrió ese año, después de Naranjito y un año antes de 1984 consagrado para siempre por Orwell», indica Sergi), son de Girona (Malgrat de Mar, Celrà y L'Escala, respectivamente), y coinciden en los postres de los restaurantes (también al escoger los platos, pero al darse cuenta cambian su elección para no pedir todos lo mismo).

Cuando eran estudiantes de teatro se negaban a quedarse esperando la llamada de algún director (llamadas que, por otra parte, nunca llegan) y decidieron montar su propia compañía. «¿Hacemos algo?», propuso Albert. «¡Hagámoslo!», exclamó David sin dudarlo. Y con la inconsciencia de la juventud, se lanzaron a la dureza del mundo real y teatral.

Los tres formaban un grupo de amigos que, en sus conversaciones habituales sobre chicas y deportes, incluían el teatro con total naturalidad. Tanta que, estando en un bar frente al Romea (el desaprecido La ruta dels elefants), el director Txema Stamfford les oyó hablar de teatro y acabó uniéndose a la charla de aquellos jóvenes llenos de entusiasmo. Stam-fford -medio inglés, medio francés- es una figura clave en la compañía ya que, de un modo u otro, colabora en todos sus proyectos: sea dirigiéndolos, ayudándoles con la dramaturgia o espiritualmente. Este británico-francés ilumina a los chicos con citas como «la llave del éxito no es la de casa». «Nunca sabes por donde cogerlo», reconoce Sergi.Porque a estos chicos lo que les va es el surrealismo acompañado de una buena dosis de humor y de lo absurdo.

Un absurdo entendido en sentido positivo, eso sí. Porque detrás de lo absurdo y de las escenas más delirantes (que extrapolan a su vida real) pueden esconderse significados de lo más profundo y demoledoras reflexiones acerca del sentido de la existencia.

Ése fue el caso de Estercolàcies I i II, su proyecto final de carrera que permanecería durante año y medio en el Café Teatre Llantiol. A partir de textos de Karl Valentin y Javier Tomeo, dejando un margen para la improvisación, colocaron a cuatro personajes en un escenario vacío en el que no pasa absolutamente nada. Pueden esperar a Godot, pero sólo se perfilan dos vías de salida para los cuatro personajes: el suicidio o la imaginación. «Este mundo incoherente obliga a encontrar el absurdo en las acciones más habituales», señala Albert.

«Los inicios fueron muy muy duros», recuerda Sergi. Ver la platea casi vacía, con siete espectadores que han venido porque son amigos, resulta desalentador. Pero el boca a oreja funcionó y acabaron llenando el Llantiol. Giraron la obra por España y este verano la retomarán para representarla en Linz, Austria.

Después de su primer éxito vendría su primer fracaso, Minim·mal Show. «Teníamos ganas de dar un salto pero lo hicimos mal», reconoce Sergi. Saltaron, cayeron pero volvieron a levantarse. «Otro fracaso estrepitoso» fue Com a Casa-sses, «una especie de recital dramatizado y musical cabaretero» que no pasó de las cinco actuaciones, señala Albert. Se trataba de una historia de amor a tres bandas basada en poemas de Enric Casasses.

La madurez artística les llegó de la mano del autor absurdo por antonomasia, Beckett. Celebraron su centenario en la sala que lleva su nombre con una serie de piezas cortas, Sam.

Reconocen sus errores y de ellos han aprendido. Es lo que tiene el riesgo. Porque si a algo están dispuestos es a arriesgar y experimentar. Porque el teatro no es sólo su pasión, sino su gran excusa vital. Tienen su propia teoría de lo que es la vida: «Es una invención, nos lo hemos inventado todo», afirma Sergi con seriedad. «En la vida no hay nada, y tienes que buscar excusas que justifiquen tu existencia», explica. «Y esto no es pesimismo», interviene David. Ellos, como el común de los mortales, llenan el vacío vital con los amigos, el trabajo o las aficiones. Y el teatro, claro. En cualquier lugar en el que coincida el trío, surgen ideas e intuiciones, sea en el metro de Madrid o tomando unas copas por la noche.

Uno de sus últimos proyectos es La Silibararera. «Un nombre muy comercial...», ironiza David. (Información «extra e innecesaria»: tanto las estercolacias como las silibarareras son arbustos que crecen en zonas muy inhóspitas). Los títulos son «absolutamente relativos», asegura Albert. «¿Tienen que significar? ¿Por qué?», se pregunta.

Los miembros de el elnacionalNOensvol forman parte de la generación del ¿y qué? Aunque todo es relativo y nada tiene verdadera importancia, poco a poco van consiguiendo su objetivo -una de sus excusas para llenar la vidas-: desarrollar un estilo propio. Derrochan esfuerzos para salir adelante en esta «selva de gamberros y malnacidos que es el teatro» (Sergi dixit). Se han constituido en S.L., a los 20 ya eran empresarios, se han atrevido con la producción (Boris I en el Tantarantana) y dan clases de teatro para sacarse un sobresueldo.

Paralelamente a la compañía, también tienen sus proyectos personales: David es el reportero del bigote en Alguna Pregunta Més?, y Albert actúa en Ventdelplà. «No nos cerramos, no somos un gueto», dice Sergi. Sin embargo, suelen ir en pack: Ever Blanchett les fichó a los tres para su Bartleby en el Versus, acuden juntos al casting de una película en Madrid o actúan a tres bandas en un corto.«A veces da miedo que no piensen sólo en uno. Cuando tengamos novia, ¿la compartiremos?», se cuestiona David.

Una escena de lo más teatral sacada de su vida cotidiana: Sergi recomendándole al camarero de un buen restaurante (el trío es el terror de los maîtres) que incluyan las olivas rellenas de anchoas de l'Escala en la carta, Albert proclamando que «todo es mentira, no existimos y no existiremos nunca» y David comparando el hecho de tener compañía con «tener 16 años permanentes y no pasar del portal de casa de la chica». Los comentarios absurdos (en sentido positivo, siempre), el sarcasmo elegante y una ironía que supera la británica se repite en sus obras.

Como todo es relativo, su convencimiento de que no actuarán en el TNC también lo es. «Tenemos unos principios que, como decía Groucho, si no le gustan, podemos cambiarlos», sostiene David.Dénles tiempo. Cualquier día les ven sobre el escenario de la Sala Tallers.

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