Viernes, 16 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6298.
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El Mnac muestra el esplendor del dibujo español con obras inéditas
Procedentes de la Hispanic Society, entre las piezas hay 'goyas' y 'riberas'
ELENA CUESTA

BARCELONA.- Proclamaba Francisco Pacheco en 1649, en Arte de la Pintura, que «es el dibujo la forma sustancial de la pintura.Es alma y vida de ella, sin el cual sería muerta». Y esta es la frase que ejerce de umbral, de introducción a la exposición Dibujos españoles en la Hispanic Society of America. Del siglo de Oro a Goya, en la que el Museu Nacional d'Art de Catalunya (Mnac) muestra hasta el 24 de junio una selección de 82 obras procedentes de los fondos de la institución cultural neoyorquina, que conserva la colección más importante de arte español fuera de la península.

Con la complicidad del Museo del Prado (donde la exposición se ha visto hasta el 4 de marzo) y de la Hispanic Society of America (fundada en 1904 por el mecenas y erudito Archer Milton Huntington), el Mnac presenta «dibujos españoles que no se habían visto en España», recordó ayer Priscilla E. Muller, comisaria de la exposición y conservadora emérita de la Hispanic Society. Pero que nadie piense mal: «Son obras que se han adquirido en el mercado internacional, en Europa y en EEUU y que vuelven temporalmente a su país», aclaró José Manuel Matilla, del Museo del Prado, que comparte comisariado con Muller.

La exposición atesora diez dibujos de Goya, «de extraordinaria calidad» y que muestran la «parte más íntima, pero no menos importante, de su producción pictórica», destacó Matilla. En efecto, los dibujos, la guinda del pastel, al final del recorrido, proceden de diferentes álbumes que Goya creó para su disfrute privado, por lo que muestran su producción más sincera, directa y espontánea.En una de las hojas, por ejemplo, el artista perfila a dos Majas peleándose, un majo observando, que muestra a las muchachas en una actitud desenfadada y juguetona, incluso erótica. En la estampa Tuti li mundi fue el humor lo que movió el lápiz de Goya: la escena recoge a un hombre espiando por un agujero. Está agachado y tiene los pantalones rotos y, en consecuencia, el trasero al aire, así que una mujer puede contemplar la zona desnuda del hombre sin que éste se entere, tan concentrado como está en mirar otras cosas.

En sus momentos de intimidad ante el papel en blanco, Goya también plasmaba el dolor y denunciaba situaciones del momento político y social que le tocó vivir. Así se ve en Tortura de un hombre, en la que se ve a un individuo colgado con las manos atadas a la espalda y a otro estirando de la cuerda, para forzar más la postura.

Varias son las lecturas que ofrece Campesino llevando a una mujer, otra de las estampas de Goya que recoge la exposición. En un momento dado, se habló de un rapto, pero la idea se desestimó: se trata, finalmente, de un campesino ayudando a una muchacha a cruzar el río, tal y como marca la tradición del pueblo de la Comunidad Valenciana donde se sigue celebrando esta costumbre popular.

Antes de llegar a Goya hay que pasar por salas pobladas de diminutas y delicadas obras de Alonso Berruguete, Claudio Coello, José de Ribera y Alonso Cano, entre otros muchos maestros. Dispuestos de manera cronológica, los primeros dibujos que se exponen son del siglo XVI, que presentan un marcado aire italiano -los influjos de la escuela de Florencia eran inevitables e, incluso, se buscaban y propiciaban-.

El apartado más extenso de la exposición es el dedicado al siglo XVII, diferenciado en dos ámbitos, Madrid y Sevilla, que eran los núcleos de creación más importantes del momento. José de Ribera tiene un rinconcito particular, donde es imprescindible pararse, para contemplar David decapitando a Goliat, una de las joyas de la muestra, que recoge el momento bíblico de la victoria del -presumiblemente- más débil contra el gigante.

Hasta hace cuatro años, las obras del fondo de la Hispanic Society of America no podían traspasar sus muros. Era un deseo expreso del fundador de la institución, Archer Milton Huntington, después de que, en 1910, una de las obras que cedieron a un «importante museo de Nueva York», señaló Priscilla E. Muller, retornara dañada.Desde entonces, ni la colección podía exhibirse fuera ni la institución podía exponer obra que no perteneciera a sus fondos.

Esta norma, que en realidad no figura en los estatutos del centro, se ha tenido que cambiar. Porque los nuevos tiempos y las nuevas necesidades lo han requerido. «Tenemos que ampliar los edificios de la Hispanic Society y necesitamos dinero, por eso la junta ha decidido colaborar con otras instituciones», aclaró Muller.

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