Viernes, 16 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6298.
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 CULTURA
ALFREDO LANDA Actor de cine
«¿Que Navarra se incorpore a Euskadi? En todo caso al revés»
El actor fue galardonado ayer en el Festival de Cine de Málaga con la Biznaga de Oro. De esta manera, se rinde homenaje a un hombre que lo ha dado todo al séptimo arte: su voz, su salud y hasta un concepto, el 'landismo'.
BORJA HERMOSO

MALAGA.- El bebé nació hace 74 años en Pamplona. El chaval se crío en San Sebastián, donde fundó la rama donostiarra del Teatro Español Universitario y compartió piso y vivencias con Elías Querejeta, que ya es compartir. El muchacho saltó a Madrid pese a la oposición materna porque -cosas de los tipos llamados por el inefable espíritu de la farándula- quería ser cómico en vez de abogado. Luego se hizo doblador, luego actor de cine y teatro, y luego mito, porque lo que era una persona se convirtió en género en sí misma: el landismo, proa, principio y fin de la españolada (Cateto a babor, No desearás al vecino del quinto o Mayordomo para todo sólo son tres botones de muestra en una filmografía inacabable de 130 títulos).

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Al final saltó al cine serio, grave y culto de la mano de gente como Bardem (El puente), Garci (El crack), Cuerda (El bosque animado) y, ante todo, Camus (inolvidable Paco El Bajo de Los santos inocentes, premio de interpretación en Cannes junto a Paco Rabal). Resumen: una enciclopedia andante del cine español del último medio siglo. Quizá por eso el Festival de Málaga le concedió ayer su gran recompensa, la Biznaga de Oro, al conjunto de su carrera. Es la guinda final, porque Landa asegura que con la película Luz de domingo, de José Luis Garci, dice adiós a todo esto.

Pregunta.- Enhorabuena, habrá que decir... ¿o esto de los homenajes ya va sonando casi a marcha fúnebre, con perdón?

Respuesta.- No, no, por supuesto que enhorabuena... ¡enhorabueniiiisima!

P.- O sea, como un niño con zapatos nuevos.

R.- Sí, me encantan los premios. Y si se inventan uno para el tío que mejor ponga el termómetro, pues también quiero que sea mío, hombre. Los premios son el reconocimiento de algo que has hecho bien, y eso es bonito.

P.- Bueno, pero en su caso el reconocimiento lo tiene desde hace 40 y pico años con el favor del público, porque...

R.- ¡Desde el principio, desde que empecé!

P.- Pues ése parece el mejor de los premios... ¿Hacemos balance, o lo dejamos para los empresarios?

R.- Hacemos, hacemos. El mío es echar la vista atrás y sentirme satisfecho. Ése, ése es el mejor premio: cuando entras todos los días en el cuarto de baño y te miras al espejo para afeitarte y el espejo te devuelve tu imagen diciéndote a ti mismo: «¡Sí señor!». Y yo me lo digo todos los días.

P.- No tendrá eso que ver con el exceso de ego, ¿no? ¿O haber estado tanto tiempo en danza hace humanamente inevitable que el ego se dispare?

R.- Parece que es inevitable pero yo eso lo he tenido siempre en cuenta y para mí ha sido no evitable, sino evitabilísimo. Nunca he consentido que mi ego me pueda.

P.- ¿Es peligroso?

R.- Hombre, peligrosísimo. Mira, los premios y los reconocimientos hay que aceptarlos y no ponérselos encima. Eso es vital: no creérselo. En cuanto te lo creas, malo, malo.

P.- Perdón, esta tenía que haber sido la primera pregunta: ¿Qué tal la salud de Alfredo Landa?

R.- ¡Perfecto! Hace 15 días me hicieron la última colonoscopia y la analítica y tal y cual, y el médico me dijo: «No quiero verte hasta dentro de un par de años».

P.- Cuando a alguien le dicen esas frases mágicas, ¿sale reforzado en la vida?

R.- Reforzado, reforzado, no sé bien en qué sentido...

P.- Por ejemplo en decir «¡qué escapada, con lo cerca que estaban las orejas del lobo!» y cosas así.

R.- Pues tengo que decir que, habiendo visto las orejas al lobo -y yo se las vi- me dije: «¿Y ahora, qué?». Y al final, lo que me dije fue: «Bueno, vale, pues una retirada a tiempo...». Y es que todo tiene su principio y su final. Así que sí, tengo que admitir que sí, que ese paso por el quirófano sí que ha influido en mi retirada. Es que si no, ni sentiría ni padecería. Mira, cuando el cirujano me dijo que tenía que pasar por el oncólogo para darme quimioterapia, yo miré a mi mujer, hicimos así (niega con la cabeza) y le dije al médico: «Se lo agradezco, pero no me voy a dar quimio. Aquí hemos venido a vivir la vida en condiciones normales... Yo he vivido una vida espléndida y ahora no voy a embargar todo esto, porque sé que la quimio jode mucho».

P.- Calidad de vida frente a posibilidad de vida...

R.- Sí, y le dije: así que yo voy a vivir mi vida, y si hay que terminar, pues se termina, que tampoco pasa nada. Él me dijo que como médico no estaba de acuerdo, claro. Pero que, como ciudadano... y se levantó y empezó a aplaudirme. Fue bonito. Ahora, fue jodido: ¡que yo ya me veía con la parcela en Villa Quieta!

P.- Le dan un premio en Málaga: para el inventor del landismo, ¿volver a la Costa del Sol no es un poco volver al lugar del crimen?

R.- Sin ninguna duda. Pero sí, quitando Atraco a las tres, que la hice en Madrid con Forqué, casi lo siguiente fue hacer aquí Amor a la española, o sea, imagínate...

P.- ¡El lugar del crimen! ¡El lugar donde se inventó la españolada!

R.- Sí señor, ¡bendita españolada!

P.- Bendita... y denostada.

R.- Eso sí.

P.- Pero claro, ahí está el fenómeno sociológico de las altas audiencias de Cine de barrio. A ver cómo explicamos eso...

R.- Pues a ver. A ver esos que tanto denostan las españolada qué explicaciones encuentran para eso.

P.- Y el landismo, del que no sólo nunca se avergonzó sino que siempre se enorgulleció, ¿qué viene a ser?

R.- ¡Y me sigo enorgulleciendo!

P.- No se le pide una definición del fenómeno, pero sí un porqué de que tanta gente lo pusiera a parir y, a la vez, no se resistiera a ver sus películas... A lo mejor llevaban algún elemento adictivo.

R.- ¡Je, je, a lo mejor! Pues no sé cuál es ese porqué. A lo mejor, analizando y haciendo un poco de balance, a lo mejor es porque yo siempre he ido con la verdad y la limpieza por delante. Y eso, quieras que no, la gente lo agradece. ¡Y mira que yo he hecho cosas...! ¡joder, qué cosas he hecho! Yo he defendido cosas que... joder, había que echarle cojones, pero las defendía con la verdad, la autenticidad y el respeto.

P.- Pues la verdad y la autenticidad y el respeto parecen valores en desuso por estos lares, ¿no lo cree?

R.- Totalmente de acuerdo. Pero yo siempre lo digo: con el respeto se va al fin del mundo. Pero la gente no me hace caso.

P.- En cuanto a lo de la autenticidad, cada vez se encuentra uno por ahí a gente auténtica. ¿Usted es gente auténtica?

R.- Lo soy.

P.- Claro, es que es navarro, eso marca.

R.- Hombreeee, el que más. Yo defiendo Navarra, a los navarros. Primero porque yo lo soy. Segundo, porque lo he analizado fríamente y somos la hostia. Y auténticos.

P.- Pues anda Navarra ahora metida en un jaleo político que para qué.

R.- ¡No me metas en líos de política!

P.- Hay navarros que dicen que de incorporarse a Euskadi, nones. Que, en todo caso, se incorpore Euskadi a Navarra. ¿Comparte?

R.- ¡Pero claro, eso lo he dicho yo siempre! Pero ¿cómo que queréis que los navarros nos incorporemos a Euskadi? En todo caso será al revés. Y lo digo yo, que soy el gran prior de la Orden del Aceite de Navarra y de la Tostada de Arróniz. Y eso es la leche.

P.- Volvamos a usted y el cine. Hablemos de arquetipos. En películas de Ozores, Lazaga, Forqué o Merino, Landa fue arquetipo del pobre españolito ligoncete y reprimido. Pero también lo fue de un concepto de la picaresca y la bonhomía cuando hizo el Sancho Panza con Gutiérez Aragón. Y del hombre sumiso, honrado y enemigo de problemas en Los santos inocentes de Camus...

R.- Es que yo todo eso lo he tenido siempre muy en cuenta en mi carrera: el no defraudar a la gente y que, en la medida de mis posibilidades, la gente se mirara un poco en mis personajes, en su forma de ver la vida. A veces me preguntan: «¿Por qué has despreciado tantas películas?» Y les digo: «Porque las va a ver mucha gente y yo no les puedo defraudar en relación a lo que ellos pueden creer que es la vida». Eso es una responsabilidad en la que yo siempre me he implicado como actor.

P.- ¿Ha merecido la pena, cree que el público se da cuenta de todo eso?

R.- Al final me digo: coño, esta corriente de simpatía que yo arrastro será por algo. Algo habrá tenido que ver ese grano de arena que yo he tratado de dejar en cada personaje... por eso estoy tan contento.

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