Viernes, 16 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6298.
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 CULTURA
Artista da testigo a artista
El escultor grancanario Martín Chirino, autor del trofeo de la primera edición, presenta a su sucesor, su paisano Juan Bordes
L. ALEMANY

MADRID.- Las Palmas de Gran Canaria se asienta en el istmo de una península que forma dos bahías. En una de ellas, la del Puerto de La Luz, domina Martín Chirino con su Lady Harimaguada, la escultura que saluda a quienes entran a la ciudad por el sur; en la otra bahía, la de la playa de Las Canteras, manda Juan Bordes, autor de algunas de las piezas que adornan el paseo y de la alegórica joyería del Auditorio Alfredo Kraus, obra del arquitecto Oscar Tusquets.

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Los dos escultores se encontraron ayer en la redacción de EL MUNDO en un acto de valor simbólico. Chirino, autor del Elogio del horizonte que se entregó como trofeo a los ganadores de la primera edición de los Premios Canarios del Mundo (2005), apadrinó y cedió el testigo a Bordes, encargado de facturar el trofeo de esta segunda edición.

Juntos, los dos escultores contemplaban ayer unas fotografías de los moldes del nuevo galardón (una costura de siete rostros que, según Bordes, «representan las muchas caras que están detrás del ganador») y recordaban su larga amistad. «No puedo poner una fecha exacta, pero creo que conocí a Martín en una exposición en la galería de Juana Mordó a la que fuimos unos amigos con la ilusión adolescente de conocerle a él y a Millares», recordaba ayer Bordes.

Para entonces [década de los 60], los dos escultores grancanarios ya se habían afincado en la Península. Chirino ejercía por entonces de patriarca del arte español avalado por su posición en el grupo El Paso; Bordes, mientras, era un estudiante de Arquitectura que aún tendría que esperar algunos años antes de mostrar por primera vez su arte en la Galería Seiquer de Madrid (1971).

Chirino aún habría de regresar a Las Palmas en una época muy fructífera: el periodo que pasó en el Centro Atlántico de Arte Moderno (1988-2002). «Ahí rescatamos a Oscar Domínguez con una exposición estupenda; porque hasta entonces, Oscar estaba completamente olvidado».

Mientras, Bordes obtenía una plaza de profesor en la Escuela de Arquitetura de Madrid. «A veces, para plantear los ejercicios, viajaba a Las Palmas y recopilaba información. Empecé a mirar la ciudad con ojos analíticos, profesionales, y descubrí que es un lugar con una historia increíble y con un asentamiento sobre el territorio privilegiado». Sus caminos se vuelven a cruzar ahora en torno a los Canarios del Mundo.

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