Cuando el 6 de julio de 2005 el Comité Internacional Olímpico (CIO) decidió en Singapur que Londres era la ciudad adecuada para albergar la cita que sucede a Beijing 2008, medio mundo se llevó las manos a la cabeza: no había nada hecho, se trataba, frente a las opciones de París y Madrid, de un proyecto virtual. Pese a ello, fue la intensa labor de relaciones públicas del primer ministro británico, Tony Blair, la que inclinó la balanza y llevó a los delegados a determinar que era la mejor opción.

El argumento del organismo internacional fue sencillo: aunque el proyecto no existe, el Estado lo respaldará económicamente. Pero había un ingrediente más: el compromiso social de Londres, que ofrecía recuperar una zona de la ciudad abandonada; ubicada en el este, históricamente el punto más pobre. Era perfecto para lavar esa imagen tan ligada al CIO de organismo elitista que organiza eventos multimillonarios sin producir beneficio social alguno.

Entonces, en julio de 2005, Londres presupuestó su proyecto en 2.400 millones de libras, 3.600 millones de euros. En cuanto las ideas y los dibujos empezaron a plasmarse en los planos y se empezó a tantear el terreno, se supo que la cantidad sería mayor. Nunca se pensó, sin embargo, que multiplicaría por cuatro aquellas previsiones. Curiosamente, la austeridad era uno de los elementos básicos puntuados por el CIO a la hora de valorar la propuestas.

De esos 13.800 millones de euros, 7.800 se destinarán a la construcción de la Villa Olímpica y de las instalaciones deportivas. Éste es uno de los puntos fuertes de la candidatura, ya que todas las infraestructuras se ubicarán en una de las zonas más degradadas de la capital. Además se reservará un fondo de 4.000 millones de euros para posibles contingencias que, según explicó Jowel, sólo se utilizará en caso de extrema necesidad. El resto del presupuesto se va en medidas de seguridad, los Juegos Paralímpicos, centros de alto rendimiento para atletas...

El mítico Sebastian Coe, presidente de Londres 2012, mantuvo ayer que los Juegos no están en peligro y que pese a la magnitud de la inversión será más lo que recuperará el país. De hecho, desde que se dieron los Juegos los inversores privados han gastado 10.300 millones de euros en la zona de influencia del parque olímpico. La ministra de Cultura mantuvo la misma tesis: «Londres 2012 aportará grandes beneficios a todo el país». Por lo pronto el Ayuntamiento de la capital ha dicho que no aportará un penique más de los 300 millones de libras -450 millones de euros- comprometidos inicialmente.

Desde la oposición conservadora se denunció que este descontrol pone en cuestión la capacidad del Gobierno laborista para gestionar un evento y un presupuesto de esta magnitud.