Viernes, 16 de marzo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6298.
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Letrados en el punto de mira
VICTORIA PREGO

La política ha entrado por la ventana de la sala pero aún no ha tomado posesión de ella. Según va avanzando el juicio del 11-M y se van llenando las primeras casillas vacías de este crucigrama negro, van apareciendo en nebulosa los perfiles de la tensión.

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Todo había ido bien hasta ahora porque de lo que se hablaba era de los acusados presentes y de su vinculación con las bombas que mataron a 191 seres humanos y destrozaron la existencia de miles de personas más. Pero el ambiente se tensó de forma clara por primera vez el miércoles cuando llegó a declarar como testigo el que era jefe de los Tedax en aquellos días.

Se notó entonces que la política se había colado por la ventana porque el ambiente en el interior de la sala empezó a calentarse. Fue el interrogatorio de dos de los letrados de las acusaciones lo que llenó el aire de rumores y comentarios críticos. No le agradaba a una parte del público y tampoco a una parte de los abogados que el policía fuera importunado con preguntas molestas que ponían de manifiesto las lagunas de su testimonio.

Quizá esa parte de los presentes -que hizo sentir su irritación con comentarios muy audibles- deseaba que nadie metiera el dedo en las heridas de una actuación sobre la que había muchas explicaciones que dar pero que Sánchez Manzano no dio. Porque no pudo o porque no quiso, pero no las dio. Su indeterminación y sus respuestas evasivas fueron combatidas con tenacidad por dos abogados que, en nombre de la AVT y de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, centraron al testigo en su propia debilidad argumental y le mantuvieron en esa posición, cegándole todas las salidas, hasta que no cupo ninguna duda de lo que ambos querían subrayar: los puntos oscuros de una actuación policial, la suya concretamente, que ha dejado abiertas incógnitas muy relevantes.

Esa apuesta de los dos letrados se va a convertir en una pesada carga política sobre sus hombros: a partir de ahora van a ser perseguidos como reos de lesa ideología y acusados por subversión de La Verdad. Serán los nuevos sospechosos, como ya lo fue, antes de que el juicio empezara, el propio presidente del tribunal, al que ahora tanto se alaba por su independencia y buen hacer. Sírvales eso de consuelo. Pero lo cierto es que sin sus preguntas, certeras aunque molestas, una parte importante de la realidad de aquellos trágicos días habría permanecido a oscuras.

victoria.prego@el-mundo.es

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