Si de ellas dependiera, se pondrían a tener hijos sin dudar, pero el sentido común las dice que un embarazo acaba arrinconándolas en el último despacho del departamento más escondido de la planta más baja de la empresa. En la puerta de todos los trabajos sigue colgado un cartel que prohíbe la entrada de los biberones: seis de cada 10 mujeres están convencidas de que la descendencia obstaculiza su vida laboral.
La Ley de la Igualdad se puso en marcha ayer en el país que -con Italia- tiene la tasa de fecundidad más baja del mundo. Su razón de ser la avalan unas cifras que ponen los pelos de punta: un 28% de las mujeres que son trabajadoras y sin embargo madres admite que la maternidad le obligó a reducir su actividad; otro 28% reconoce que tuvo que interrumpir su trabajo durante al menos un año, y un 21% confiesa que limitó sus oportunidades de promoción.
Pero hay más: el 8% fue discriminada por tener hijos, mientras que el 17% tuvo que dejar de trabajar definitivamente por esta causa. Frente a todo esto, aparece, tan distinta, la realidad masculina: sólo el 4% de las mujeres considera que tener hijos supone una barrera para la carrera profesional de los hombres.
Son datos de la mayor encuesta realizada en nuestro país sobre fecundidad (más de 10.000 entrevistas), un estudio realizado entre el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) que ayer se presentó en Madrid.
La población española se extingue, viene a decir Fecundidad y valores en la España del siglo XXI, porque hemos llegado a un punto en que tener hijos no compensa.
Así que se retrasa la edad en la que las mujeres se marchan a vivir en pareja (las que tienen más de 50 años se iban a los 23, mientras que hasta los 26 no lo hacen ahora las veinteañeras). También se demora la boda, si es que la hay, hasta que no queda más remedio: justo a punto de entrar en la treintena.
Ni siquiera hay una preocupación por eso de la hipoteca, para qué, si una de cada cinco casas en las que viven las treintañeras está en poder de sus padres o de sus suegros.
Mientras tanto, la cigüeña no llega hasta los 30 (y es muy mal recibida cinco años después). Se acabó eso de las tres bocas o más que tenían que alimentar nuestras abuelas. Ahora, las más jóvenes de esta encuesta se conforman con 1,6, de media.
Sucede algo curioso pero lógico. Por un lado está la realidad, que es que la media de hijos que tienen las mujeres -según este estudio- se encuentra en 2,4. Pero por otro lado aparece el deseo, que les hace reconocer a las entrevistadas que lo ideal sería tener más descendencia: 2,5. Finalmente se impone la realidad: las consultadas terminan diciendo que quieren menos (2,2).
Y no hay más que tantear a las que ya han pasado alguna vez por la sala de partos: más de la mitad responde con un rotundo no cuando le animan a repetir la experiencia.
No convencen ni a tiros el sentimiento gratificante que producen los críos, ni lo bonito que es verlos crecer, ni lo mucho que acompañan en la vejez a los padres. Ni siquiera eso que dicen de que ayudan a fortalecer la relación con la pareja.
¿Contribuirá, quizá, a todo esto que todavía suene a chino lo del reparto de tareas? El 64% de las entrevistadas cree que el modelo ideal de convivencia es aquel en el que ambos miembros tienen un trabajo similar y se reparten el cuidado de los hijos y las labores de la casa; pero sólo el 47% vive en una estructura familiar de estas características.
«Ya es hora de que adoptemos de una vez un modelo de familia simétrica», reivindicaba ayer Margarita Delgado, demógrafa del CSIC y responsable del estudio. Era su manera personal de brindar por la aprobación de una ley destinada a acabar con muchas inconveniencias.
En Murcia, los más fecundos
MADRID.- En el norte de España se tienen menos hijos, sobre todo en Asturias y en Cantabria. Murcia, en cambio, es la comunidad autónoma que goza del más alto nivel de natalidad. Los residentes en Canarias y en Andalucía se emparejan antes.
Lo revelaba ayer la demógrafa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Margarita Delgado, desglosando más datos de la encuesta.
Cada vez hay más gente que se va a vivir con su pareja antes de casarse. El 90% de las entrevistadas mayores de 45 años tuvo que pasar por el altar para salir de la casa de sus padres, mientras que el 60% de las que tienen entre 30 y 34 años optó por eso que llaman 'vivir en pecado'.
Más cambios sociológicos del siglo XXI: los retrasos en la edad de la maternidad hacen que cada vez se recurra más a las técnicas de reproducción asistida. Un 3,1% de las encuestadas que están en edad de procrear ha tenido un hijo por esta vía. Entre las mayores, el porcentaje es del 1,6%.
Por otro lado, las mujeres que se quedan embarazadas con más de 50 años representan entre el 1% y el 2% del total. En cuanto a la población inmigrante, la mayor parte de las mujeres tiene sus hijos antes de venir a España.
